Obispo ucraniano: "Mientras haya creyentes en la ciudad, permaneceré con ellos"
Ya van más de dos meses de la guerra por la invasión de Rusia a Ucrania. Un obispo ucraniano cuenta por qué decidió permanecer en una ciudad del este asediada por las bombas y en un momento en que los ataque rusos se concentran en la región.
Monseñor Pavlo Honcharuk es obispo en la diócesis de Kharkiv-Zaporizhzhya, al este de Ucrania, en la región del Donbas. En una reporte enviado a Ayuda a la Iglesia Necesitada, cuenta cómo vive la guerra y por qué decidió permanecer allí.
Obispo ucraniano: “Mientras haya creyentes en la ciudad, permaneceré con ellos”
Mons. Honcharuk cuenta que “además de la oración y la Misa diaria, la mayoría de los días tratamos de llegar a las personas en los búnkeres para entregar ayuda humanitaria. Cargamos autos y conducimos por la ciudad, que parece desierta, y hablamos con la gente y la consolamos”
Realiza este trabajo desde las 9 a las 16 hs y es “increíblemente agotador, físicamente, pero sobre todo mentalmente, por el estrés constante”, reconoce el obispo ucraniano.
Kharkiv, la segunda ciudad más grande de Ucrania, ubicada en el este, se está volviendo cada vez más peligrosa. Debido a que los ataques rusos se concentran en esa región, los bombardeos son más recurrentes.
“Nuestra iglesia está dañada: todas las ventanas se rompieron debido a la presión durante un ataque aéreo. Ahora lo usamos como almacén de suministros humanitarios. Rezamos en una pequeña capilla. Al menos podemos enterrar a todos nuestros muertos, gracias a Dios”, cuenta el obispo ucraniano.
Las iglesias no son un refugio seguro durante los ataques aéreos, a menos que tengan un sótano sólido, dice Mons. Honcharuk, porque los lugares sagrados no son más respetados que cualquier otro objetivo civil. “Ya nada es sagrado”, explica
Aunque los bombardeos y otro tipo de ataques se intensifican, el obispo ucraniano ni siquiera piensa en irse. “Mientras haya creyentes en la ciudad, estaré con ellos. Dios, y mi fe, dame la fuerza para esto. Nosotros, los sacerdotes, no estamos armados. Somos hombres de Iglesia. Nuestras armas son la Palabra de Dios y la oración”
“Pedimos a Dios que nos proteja y que todo esto acabe. Podemos escuchar los sonidos de disparos y de explosiones constantemente. Esta es la situación en este momento”, conlcuye en su relato el obispo ucraniano.
¡Oremos por la paz!
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