“No eres tú el que escoge, sino el Espíritu Santo”: La lección de una anciana a un joven durante el Habemus Papam

Foto: Daniel Ibáñez, EWTN.

Mientras el mundo esperaba con expectación la aparición del nuevo Pontífice, el Papa León XIV, una sencilla pero profunda escena tuvo lugar en la Plaza de San Pedro: una anciana le recordó a un joven escéptico quién es el verdadero protagonista en la elección papal.

El Padre Sergio Tapia Velasco, rector del Colegio Eclesiástico Internacional Sedes Sapientiae, compartió con ChurchPOP una conmovedora anécdota que le contó un seminarista de Angola, Nataniel Diogo, testigo de los hechos ocurridos el 8 de mayo, durante el Habemus Papam.

Mientras desayunaban, Diogo le comentó que fue testigo de una particular escena en la Plaza de San Pedro, cuando el nombre del nuevo Papa había sido anunciado.

"En ese momento, un muchacho, un joven italiano que tenía a mi lado dice: ‘¿Quién es este?’ Y otro le responde: ‘¿Un americano?’”, comenta el seminarista.

El primer joven decepcionado señala: “¡No! no es italiano. Es precisamente lo que no quería: un americano”.

Entonces, una anciana que se encontraba detrás de ellos intervino en voz alta:

“Muchacho, no has entendido nada. No eres tú el que escoge al Santo Padre, es el Espíritu Santo”.

El seminarista entonces vio cómo el joven voltea y le dice a la señora: “Ay señora, ¿usted cree de verdad que es el Espíritu Santo el que escoge a los papas?”.

“La viejita le dice con gran sencillez: ‘Yo creo lo que decía el papa Benedicto XVI, que el Espíritu Santo no es que vaya oído a oído, cardenal a cardenal, diciéndole ‘vota por este, vota por este otro’. Lo que hace el Espíritu Santo es garantizar la unidad de la Iglesia. Tú estudia historia y vas a ver que hemos tenido Papas, incluso muy malos, pero ahí estaba el Espíritu Santo, porque ha garantizado la unidad de la Iglesia y no ha permitido nunca que el mal prevalezca sobre ella, que fue precisamente lo que Cristo le prometió a Pedro”.

El seminarista finalmente agrega que vio cómo el muchacho se quedó callado y se dio la vuelta.

“Al terminar aquella primera bendición del Santo Padre, mientras estaban rezando el Ave María, al llegar el momento de ‘Santa María, ruega por nosotros los pecadores’, este joven, en altavoz, dijo: ‘Ruega por mí, pecador, Madre, que no he sabido creer en el que tu Hijo ha elegido’”.

Así fue el momento en que el mundo escucho el Habemus Papam:

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¡Oremos por el Papa León XIV!

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