Misa en cuidados intensivos: el testimonio de fe de esta religiosa conmueve a miles
El último domingo, 22 de junio, el P. Murilo, de la orden de los redentoristas, vivió una de las experiencias más impactantes de su sacerdocio: celebró la Santa Misa dentro de la Unidad de Cuidado Intensivos (UCI).
¿El altar? Improvisado.
¿La catedral? Una cama de hospital.
¿La asamblea? Una religiosa consagrada, inmovilizada del cuello hacia abajo.
Pero la fe… esa fue inmensa.
La Misa del 12 domingo de tiempo ordinario se celebró en Goiânia (Brasil) para la hermana Chiara, de las Misioneras de la Caridad, congregación fundada por Santa Teresa de Calcuta. Natural de Estados Unidos, la joven de 32 años vino al Brasil como misionera y residía en Redenção.
El 30 de mayo, junto a otras tres hermanas, sufrió un grave accidente de camino a Uruaçu. Un auto a alta velocidad impactó el vehículo en el que viajaban. El conductor huyó del lugar y se entregó a la policía un día después.
Las consecuencias fueron graves:
- La hermana Hesed sufrió la fractura de la clavícula.
- La hermana Paloma tuvo ocho costillas rotas.
- La hermana Chiara quedó tetrapléjica, sin movimientos del cuello para abajo.
- La hermana Agnes y el conductor sufrieron heridas leves.
Desde entonces, la hermana Chiara fue sometida a dos cirugías delicadas y ahora comienza un largo camino de rehabilitación. Aún no se sabe si su condición podrá revertirse.
Pero lo que más llamó la atención del padre Murilo fue otra cosa:
“Su cruz ahora es la cama del hospital. Su calvario serán los largos días de fisioterapia, de readaptación… Pero su sonrisa revela a Dios. Su rostro demuestra serenidad, fe y esperanza”.
En casi 11 meses de sacerdocio, el sacerdote afirma que esta ha sido la Misa más especial que ha celebrado:
“Fue la catedral más hermosa y la asamblea más fervorosa — ante una joven consagrada que, en el extremo más alto de su entrega, dijo: ‘¡Hágase!’”.
La hermana Chiara sigue hospitalizada, pero ya salió de la UCI. Su testimonio silencioso es un eco del mismo Cristo: el sufrimiento transformado en ofrenda, el dolor abrazado por amor.