Matrimonio comparte el poder sanador y transformador de las Letanías de la Humildad

Crédito: @stephanieweinert, Instagram / Sagrado Corazón de Jesús, Dominio público.

Nuestro párroco leyó las Letanías de la Humildad durante su homilía, y el recuerdo de aquella noche irrumpió con fuerza en mi mente.

Estábamos lanzándonos palabras como lodo y acusaciones como piedras. De pie a ambos lados de la isla de la cocina, ya entrada la noche, no recuerdo cuál fue el detonante ni quién empezó, pero de algún modo terminamos en una de las peores peleas que habíamos tenido.

Él estaba con los brazos cruzados sobre el pecho, y yo aferrada al mostrador con fuerza; había lágrimas y miradas duras, y estoy casi segura de que ambos nos sentíamos completamente desbordados.

Así que hice lo (no) muy maduro de agarrar mis llaves, subirme al auto y salir conduciendo en plena (muy avanzada) noche.

Empecé a dar vueltas grandes alrededor de nuestro vecindario, tan alterada como si todavía siguiera en la cocina. Y entonces sentí un pequeño impulso en mi corazón: “Reza las Letanías de la Humildad”.

Fue un impulso bastante claro, así que me detuve y encontré la versión en canto en Spotify; le di a reproducir mientras seguía dando vueltas en el vecindario.

Me tomó cinco repeticiones, escuchando a Danielle Rose cantar las “Letanías de la Humildad, para que mi corazón endurecido se abriera de par en par.

A la quinta vez, lloraba unas lágrimas completamente distintas. Era como si la oración me diera los ojos para verme a mí misma, a mi esposo, a mi matrimonio y a nuestros problemas con una mirada totalmente nueva, y a través de los ojos de mi Salvador. Mi corazón comenzó a cambiar.

Cuando regresé a casa, él me estaba esperando en la puerta. Parecía que Dios también había obrado en su corazón mientras yo daba vueltas por el vecindario. Caí en sus brazos y nos reconciliamos.

Desde aquella noche, hace ya muchos años, las Letanías de la Humildad han sido muy especiales para mí. Es, sin duda, una de las oraciones más difíciles que he rezado. Y también una de las más transformadoras y sanadoras del alma que he conocido.

Hoy, sentada en la iglesia, recordé lo transformadora que ha sido esta oración. Para ser honesta, hace tiempo que no la rezo, pero me comprometí a hacerlo todos los días de septiembre. Necesito esta oración en mi vida.

¿Te unes a mí?

Este artículo apareció originalmente en Instagram.

Letanías de la Humildad

Jesús manso y humilde de corazón,
Óyeme.

(Después de cada frase se dice: Líbrame Jesús)

Del deseo de ser lisonjeado,
Del deseo de ser alabado,
Del deseo de ser honrado,
Del deseo de ser aplaudido,
Del deseo de ser preferido a otros,
Del deseo de ser consultado,
Del deseo de ser aceptado,

Del temor de ser humillado,
Del temor de ser despreciado,
Del temor de ser reprendido,
Del temor de ser calumniado,
Del temor de ser olvidado,
Del temor de ser puesto en ridículo,
Del temor de ser injuriado,
Del temor de ser juzgado con malicia

(Después de cada frase se dice: Jesús dame la gracia de desearlo)

Que otros sean más amados que yo,
Que otros sean más estimados que yo,
Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse,
Que otros sean alabados y de mí no se haga caso,
Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil,
Que otros sean preferidos a mí en todo,
Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda,

Oración:

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo.

Amén.

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