“Madre del amor hermoso”: la advocación mariana que guarda una curiosa tradición

Crédito: @trece_es, Instagram.

En Zamora (España) se venera a la Virgen bajo una advocación singular: “Madre del amor hermoso”. A lo largo del tiempo, ha crecido en torno a ella una curiosa tradición popular: regalarle pendientes como muestra de gratitud por haber concedido un buen matrimonio.

Durante el episodio dedicado a Zamora del programa “Un lugar en la tierra", donde el P. Fidel Gómez Leal recorre España buscando sus riquezas históricas y espirituales, se presentó esta imagen mariana, muy querida por los vecinos del barrio que la custodia.

Rosalía Merchan, trabajadora de la Iglesia de San Pedro y San Ildefonso, señala que antiguamente las jóvenes acudían a la Virgen para pedirle un “amor hermoso”, es decir, un buen novio con quien formar una familia.

“Parece ser que, antiguamente, las jóvenes venían a pedirle un amor hermoso, es decir, un novio. Y entonces, cuando se lo concedía, las jóvenes le regalaban los pendientes”, señala en el video.
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Merchán resalta que se trata de una de las pocas imágenes marianas que lleva pendientes reales, los cuales siguen siendo donados por fieles que se acercan a pedir la intercesión de la Virgen.

“Se los vamos cambiando cuando vamos pudiendo”, resalta.

La actual imagen de la Virgen fue, en sus orígenes, conocida como “Virgen de las Flores”. No obstante, a principios del siglo XIX comenzó a registrarse bajo el título de “Madre del Amor Hermoso”. En 1857, fue restaurada por los artistas Ramón Álvarez y Julián Rodrigo, quienes le dieron el estilo propio que conserva hasta hoy.

La talla se encuentra en la Iglesia de San Pedro y San Ildefonso, un templo de gran relevancia para la ciudad, ya que alberga los restos del patrono de Zamora y recibe entre 100 y 150 visitas diarias.

“Esta iglesia es una iglesia Arciprestal, es la iglesia más importante después de la catedral”, subraya Merchán.

La “Madre del amor hermoso” sigue recibiendo oraciones y promesas de quienes confían en su intercesión para alcanzar un amor auténtico y duradero.

Mira el programa completo:

Oración a María de San Ildefonso

A ti acudo, única Virgen y Madre de Dios.
Ante la única que ha obrado la Encarnación de mi Dios me postro.

Me humillo ante la única que es Madre de mi Señor.
Te ruego que por ser la Esclava de tu Hijo
me permitas consagrarme a ti y a Dios,
ser tu esclavo y esclavo de tu Hijo,
servirte a ti y a tu Señor.

A Él, sin embargo, como a mi Creador y a ti como Madre de nuestro Creador;
a Él como Señor de las virtudes y a ti como Esclava del Señor de todas las cosas;
a Él como a Dios y a ti como a Madre de Dios.
Yo soy tu siervo, porque mi Señor es tu Hijo.
Tú eres mi Señora, porque eres esclava de mi Señor.

Concédeme, por tanto, esto, ¡oh, Jesús Dios, Hijo del hombre!,
creer del parto de la Virgen aquello que complete mi fe en tu Encarnación;
hablar de la maternidad virginal aquello que llene mis labios de tus alabanzas;
amar en tu Madre aquello que tú llenes en mí con tu amor;
servir a tu Madre de tal modo que reconozcas que te he servido a ti;
vivir bajo su gobierno de tal manera que sepa que te estoy agradando
y ser en este mundo de tal modo gobernado por Ella,
que ese dominio me conduzca a que Tú seas mi Señor en la eternidad.

¡Ojalá yo, siendo un instrumento dócil en las manos del sumo Dios,
consiga con mis ruegos ser ligado a la Virgen Madre
por un vínculo de devota esclavitud y vivir sirviéndola continuamente!

Pues los que no aceptáis que María sea siempre Virgen;
los que no queréis reconocer a mi Creador por Hijo suyo,
y a Ella por Madre de mi Creador; si no glorificáis a este Dios como Hijo de Ella,
tampoco glorificáis como Dios a mi Señor. 

No glorificáis como Dios a mi Señor los que no proclamáis bienaventurada
a la que el Espíritu Santo ha mandado llamar así por todas las naciones;
los que no rendís honor a la Madre del Señor con la excusa de honrar a Dios su Hijo.

Sin embargo yo, precisamente por ser siervo de su Hijo,
deseo que Ella sea mi Señora;
para estar bajo el imperio de su Hijo, quiero servirle a Ella;
para probar que soy siervo de Dios,
busco el testimonio del dominio sobre mí de su Madre;
para ser servidor de Aquel que engendra eternamente al Hijo,
deseo servir fielmente a la que lo ha engendrado como hombre.

Pues el servicio a la Esclava está orientado al servicio del Señor;
lo que se da a la Madre redunda en el Hijo; lo que recibe la que nutre,
termina en el que es nutrido, y el honor que el servidor rinde a la Reina
viene a recaer sobre el Rey. 

Por eso me gozo en mi Señora, canto mi alegría a la Madre del Señor,
exulto con la Sierva de su Hijo, que ha sido hecha Madre de mi Creador
y disfruto con Aquélla en la que el Verbo se ha hecho carne.

Porque gracias a la Virgen yo confío en la muerte de este Hijo de Dios
y espero que mi salvación y mi alegría venga de Dios siempre y sin mengua,
ahora, desde ahora y en todo tiempo y en toda edad por los siglos de los siglos.
Amén.

(Fuente de la oración)

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