Laura Montoya: la santa colombiana que se convirtió en un icono de la fortaleza femenina
Laura Montoya, más conocida como Madre Laura, no solo es la primera santa colombiana, sino también una figura emblemática del genio femenino en la historia de Colombia y de la Iglesia como lo llamó el Papa San Juan Pablo II, en su Carta apostólica Mulieris Dignitatem.
Nacida en Jericó, Antioquia, en 1874, creció en condiciones difíciles tras la muerte de su padre en la guerra civil. Desde joven, demostró una profunda vocación religiosa y una determinación inquebrantable por romper los moldes impuestos a las mujeres de su época convirtiéndose en una maestra generosa, una aguerrida misionera, una gran mística y profeta, una apasionada escritora y una valiente fundadora.
Nadie nunca pensó que Laura, una maestra -como muchas en su época- llegaría a ser una pionera, una luchadora, un gran ejemplo para las mujeres de su tiempo y de la actualidad. La labor misionera en favor de los indígenas que emprendió, sorprendió a muchos y estuvo marcada por las dificultades de la época en la que le tocó vivir. Ella creyó en la dignidad de un pueblo que aún hoy es olvidado.
Sin embargo, además de su valor para adentrarse en la selva y acoger con gran amor a los indígenas, hay otros hitos en la vida de Laura, que la convierten en una inspiración para las mujeres de hoy:
1) La historia del hormiguero:
Con tan solo 6 años, Laura, reconoce la grandeza de Dios y de su creación con el sencillo hecho de observar cómo el trabajo de las hormigas está lleno de belleza, armonía y perfección. Este episodio muestra la profunda sensibilidad que tenía a pesar de su corta edad.
2) El intento de abuso que sufrió a los 13 años:
Debido a la muerte de su padre, ella y sus hermanos tuvieron que ir a vivir con sus familiares. En la casa de su tía, un primo intentó abusar de ella, a pesar de su corta edad y de lo poco visibilizado que era el abuso en esa época, Laura se defendió y logró detener esta situación. Con gran fortaleza, demostró su ímpetu y valentía.
3) Con solo 16 años fue la administradora de un hospital mental:
Laura necesitaba un lugar donde vivir en Medellín y además estaba buscando cómo ayudar económicamente a su familia, su tía María de Jesús Upegui, era la directora de un hospital mental, y le ofreció ayuda a su sobrina. Es así como Laura se hospedó allí y ayudó a su tía en la administración del hospital. A pesar de su corta edad Laura no se detuvo e hizo lo que debía hacer para ayudar en el sostenimiento de su familia mostrando gran entereza, creatividad y espíritu para salir adelante. Al mismo tiempo que administraba el hospital, en las noches, estudiaba para ser maestra.
4) La calumnia que sufre cuando es directora del colegio La Inmaculada:
Desde 1901 hasta 1914, Laura cuando aún no era religiosa, fue directora del colegio La Inmaculada de Medellín. La familia de una alumna de apellido Castro la acusa de hacer que su hija abandone su compromiso matrimonial para entrar a un monasterio carmelita. Ante esta acusación, aún sin ser religiosa, Laura defiende de forma genial a las mujeres que no son madres biológicas, destacando la maternidad espiritual como un camino de plenitud para las mujeres solteras y consagradas. Fue tal la presión de la historia en su contra que el colegio tuvo que cerrar.
5) Los conflictos con varios obispos:
Tras fundar la congregación de las Misioneras de María Inmaculada y de Santa Catalina de Siena en el año 1914 y dedicarse a la obra misionera con los indígenas en Dabeiba, Madre Laura tuvo que enfrentar la presión de varios obispos que cuestionaban su carisma y se oponían a que evangelizara a los indígenas en la selva antioqueña.
Para los obispos de esa época, la labor misionera estaba circunscrita a los sacerdotes y hombres religiosos; sin embargo, Madre Laura demostró que allí donde no pudieron llegar ellos, llegó la dulzura y la fortaleza de la mujer. En compañía de solo seis mujeres, y en una mula, se adentra en las montañas con el fin de llegar a su destino, algo que escribiría muy bien en su autobiografía:
“Salimos de Uramita tan contentas como si fuéramos a Roma. Dabeiba había sido nuestro delirio; bien sabían ellas que era como la encarnación de mi sueño. (… ) Ana Saldarriaga vio dos enormes culebras y no avisó porque iba a caballo y si hablaba la tumbaba la mula. Eso no tiene nada de difícil porque sí eran abundantísimas las serpientes en aquel sitio. Ese mismo día dejamos a un lado nuestros títulos de señoritas. Hicimos el convenio de llamarnos hermanas, para asegurar mejor el respeto. Inmediatamente después que propuse a las compañeras esto del nombre, me contestaron que me llamarían Madre. Mi autoridad no fue blanda, fue tan enérgica como lo necesitaba el compromiso que con Dios y con los hombres teníamos, aparte del supremo dolor de las almas. Comprendí muy claro que, de las energías y abnegación de las primeras, dependía el éxito de la empresa y el probarle al mundo que la obra era posible, en manos de mujeres” (Historia de las Misericordias de Dios en un Alma).
6) Es la primera mujer en Colombia en recibir la Cruz de Boyacá:
Este reconocimiento que se otorga a colombianos y extranjeros que se han destacado por sus servicios al país, tanto en el ámbito militar como en áreas civiles como la política, la cultura, la ciencia o la labor social; solo se ha otorgado a dos mujeres en la historia de Colombia, y la primera fue Laura.
7) Su pedido al Papa Pío XII:
Mucho antes del Concilio Vaticano II, Madre Laura le pidió al Papa que las religiosas pudieran administrar la Eucaristía en los lugares de misión donde no había sacerdotes, algo impensable para la época. No lo logró, pero fue pionera al darse cuenta de esta necesidad en la Iglesia que posteriormente fue aprobada.
"En este amplio ámbito de servicio, la historia de la Iglesia en estos dos milenios, a pesar de tantos condicionamientos, ha conocido verdaderamente el 'genio de la mujer', habiendo visto surgir en su seno mujeres de gran talla que han dejado amplia y beneficiosa huella de sí mismas en el tiempo. Pienso en la larga serie de mártires, de santas, de místicas insignes. Pienso de modo especial en Santa Catalina de Siena y en Santa Teresa de Jesús, a las que el Papa Pablo VI concedió el título de doctoras de la Iglesia. Y ¿cómo no recordar además a tantas mujeres que, movidas por la fe, han emprendido iniciativas de extraordinaria importancia social especialmente al servicio de los más pobres? En el futuro de la Iglesia en el tercer milenio no dejarán de darse ciertamente nuevas y admirables manifestaciones del 'genio femenino'". San Juan Pablo II.
Madre Laura escribió más de 30 libros en los cuales narró sus experiencias místicas y su labor misionera, y luego de toda una vida entregada a los demás, falleció en Medellín el 21 de octubre de 1949. Ella representa y recibe el legado de grandes mujeres que han formado el tejido social latinoamericano. Por algo, la primera santa colombiana es una mujer.