Este monasterio benedictino es la cervecería más antigua del mundo
Cuando piensas en cerveza probablemente venga a tu mente la idea de borrachera, desenfreno y pecado. Pero no necesariamente es así. Es más, la Iglesia no condena el consumo moderado de esta bebida. ¡Todo lo contrario! Hasta tiene una fórmula oficial para bendecir la cerveza, muchos santos dijeron divertidas frases sobre ella y se cuenta que hubo un tiempo en el que unos monjes hicieron ayudo bebiendo solo cerveza.
Se podría decir que la Iglesia Católica tiene una larga tradición cervecera, tanto así que la cervecería más antigua del mundo se encuentra en un histórico monasterio benedictino.
Casi mil años haciendo cerveza
El monasterio benedictino de Weihenstephan fue fundado en el año 725 en el Norte de Munich, Alemania. Se sabe que desde sus inicios cultivaban lúpulo, principal insumo de la cerveza, a las afueras de su terreno; sin embargo, recién en el año 1040 el Abad Arnold obtuvo la licencia para fabricar esta bebida en el monasterio y desde entonces nunca han dejado de hacerlo. ¡Son casi mil años de fabricación ininterrumpida! Y eso que han tenido que lidiar contra 4 incendios, tres epidemias, y un fuerte terremoto.
Producción
En sus instalaciones se elaboran 12 tipos distintos de cerveza equivalentes a 230 mil hectolitros. Además, han extendido su producción a otras 11 plantas ubicadas a lo largo de todo el país. A pesar de ser una gran cantidad no se compara a la producción actual de las cerveceras más importantes del mundo quienes elaboran millones de hectolitros de cerveza por planta.
Los monjes
En un principio eran los propios monjes los encargados de toda la elaboración de esta histórica cerveza, sin embargo esta comunidad dejó de existir en el año 1803 y toda la planta de producción pasó a manos del estado. Desde entonces este se transformó en la Real Cervecería Bávara Weihenstephan y en un Instituto de Agricultura.
Ya a principios del siglo XX esta planta también se convirtió en una Facultad Cervecera; desde entonces casi todos los cerveceros europeos pasan al menos un año estudiando allí para mejorar su técnica.