“Es un regalo de Dios”: El deporte era su vida, pero encontró a Dios en la misión y ahora abraza el sacerdocio

P. Juan Andrés María Verde Gaudiano. Créditos: Cura Juan Andrés Verde, Facebook

El P. Juan Andrés María Verde Gaudiano no siempre pensó que la vida religiosa era para él. En el auge como jugador de Rugby y con una carrera prometedora en los deportes, decidió vivir un año de misión, donde encontró a Dios y su llamado al sacerdocio.

En una entrevista con el periodista Alejandro Fantino, el P. Verde, al que muchos llaman con cariño “Gordo”, contó cómo empezó su vocación y su experiencia de servicio en una de las zonas pobres de Montevideo (Uruguay).

El sacerdote de 35 años indicó que su camino para encontrar su vocación no fue mágico, sino un proceso.

“Yo jugaba al rugby, tenía novia, a los 20 años ya había visitado 15 países, vestuario, boliches. No es que me crié en un entorno eclesiástico, puritano, todo lo contrario. Sin embargo sí recibí la fe desde pequeño, pero en casa de herrero, cuchillo de palo. De mis cuatro hermanos, el que menos pintaba para cura era yo, por lejos”, señaló.

A pesar de tener todo lo que necesitaba para ser feliz, el P. Verde sentía que algo le faltaba, una duda que lo llevó hacia Dios.

“Sentí que tenía todo lo que podía hacerme feliz en esta vida. Todo: familia, deporte, me iba bien en el estudio, habíamos salido campeones con el Carrasco Polo, y después mundial, y salimos campeones, fuimos a jugar un mundial A, 20 años, pero a la vez me sentí vacío. Decía: ¿La vida se trata solamente de esto?, y empecé una búsqueda, una búsqueda sincera de decir: ‘tiene que haber algo más’”.

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Si bien su familia era católica, el joven Juan Andrés participaba en la iglesia “porque las chicas estaban buenas”. Sin embargo, la conversación con un sacerdote lo llevó a replantearse su camino de vida.

“Yo me acuerdo que una vez fui a buscar a un sacerdote y le pregunté: ¿dónde está Dios?, está todo bien con lo que habla mi catequista, está todo bien con lo que creen mis padres, mi abuela, pero yo en que creo. Llega un punto que vos tenés que decir: ‘yo creo en esto, no creo en esto y estoy dispuesto a dar mi vida si creo en esto o si no creo en lo otro’. 

Y ese cura me dio una respuesta: ‘gordo, lo que pasa es que vos sos un gordito autosuficiente’. En la medida en que estés lleno de tus seguridades, nunca va a haber lugar para Dios en tu corazón. No lo busques si estás lleno de vos. Y eso, casi le doy una trompada, porque yo siempre fui medio bruto encima.

No podía creer lo que me dijo y me lo cuestioné. Y dije, bueno es verdad, estaba lleno de mis seguridades. Y así fue que empecé a decir: ‘bueno, ¿Dios, dónde estás?, si estás ¿dónde estás?’ Y esa búsqueda para mí fue espectacular, fue un camino increíble que después intenté compartir con mis amigos”.

“Sentí que Dios me hablaba en mi idioma”

En su búsqueda de respuestas, Juan Andrés decidió regalar las camisetas de rugby de todos los equipos en los que había jugado, algo que consideraba su tesoro, e irse a hacer misión por un año en una zona pobre de Uruguay.

“Y ahí fue que me fui al Paiva, a una obra en el medio del campo, salesiana, donde viven gurises (niños), hijos de peones rurales, muy humildes, y estuve un año ahí viviendo y ahí me toqué con mi fondo más fondo. Me sentí vulnerable vamos a decir, porque estaba lejos de mi familia, lejos de mis amigos, mis amigos pensaban que me había vuelto loco porque como había dejado de jugar al rugby un año para irme en una misión, estaba loco. Mi novia justo se había ido a Europa en un intercambio y decidimos tomarnos ese tiempo y hubo un antes y un después. Sentí que Dios me hablaba en mi idioma, me respondía en mi idioma. Y me devolvió más, mucho más de lo que yo le di en mi propio idioma”.

Jesús cambió su vida

“Yo lo vivo como un amigo, como una relación de amistad, de respeto obviamente, no soy de los que le gusta decirle a Jesús flaco, lo vivo como un amigo del alma, pero con ese respeto y ese cariño de alguien que a mí me cambió la vida, y que le dio un sentido a mi vida, un por qué, un para qué.

Yo nunca me imaginé ser cura. Y de hecho, cuando volví de esta experiencia misionera, todo empezó con un cuestionamiento que era: ‘si fuiste tan pleno y tan feliz, sin tus seguridades, entregando tu vida…’. Fui a enseñar matemática, física, no es que fui a enseñar catequesis o sea fui a compartir de mi tiempo pero me encontré con ese Dios de que tanto me habían hablado, lo encontré presente en estos pibes”.

“El cura, hablando en criollo como creemos nosotros, para mí es un regalo de Dios, es una vocación y si Dios te llama a esto, te va a dar las herramientas para esto y te va a dar todo lo que necesitas para esto”, concluyó.

Actualmente, el P. Verde trabaja junto a un grupo de jóvenes ayudando a personas en situaciones de necesidad gracias a la asociación civil Cireneos.

"Cireneos es una asociación civil que fundamos con un grupo de jóvenes en honor a Simón de Cirene. Simón de Cirene fue el que ayudó a Jesús a cargar con la cruz. Era un tipo que no seguía a Jesús, no era un seguidor, es más, algunos dicen que lo obligaron. Pero no pasó indiferente frente a la injusticia de ver a otro que estaba cargando con una cruz.

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Entonces, el Cireneo quiere buscar ayudar a otros a cargar con su cruz. Y estamos en San Eugenia, estamos en Ramblas de Costanera, estamos en Humberto Pica, que es en Melo, estamos en el Roberto Mariano, en San José.

Estamos en cuatro barrios diferentes buscando con nuestro granito de arena poder ayudar a otros a cargar con su cruz. Y bueno, el sueño es grande. Ya te dije, en 10 años volvé y vamos a ver cómo sigue la cosa".

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