Era protestante, las drogas lo llevaron a prisión y ahí encontró la fe católica
¿Alguna vez has presenciado una conversión tan profunda que te deja asombrado por el poder de la fe? Esta es la historia de John Edwards, que luego de pasar por las drogas y el alcohol, tuvo un encuentro con Dios que cambió su vida.
En un episodio del podcast “The Catholic Talk Show”, Ryan Scheel, el Padre Rich Pagano y Ryan DellaCrosse conversaron con Edwards, que es parte del ministerio para varones "Just a Guy in the Pew", sobre su profundo testimonio de conversión.
Edwards nació y creció en Memphis (Estados Unidos) en una familia protestante, al ingresar a la universidad se sintió tan solo que decidió dejar la fe y vivir como sus compañeros le pedían para poder ser aceptado.
Poco a poco Edwards ingresó al mundo del alcohol y las drogas, pero gracias al gran éxito de su carrera, parecía que todo en su vida iba bien.
El camino de descontrol lo llevó a la cocaína
Edwards señaló que poco a poco fue pasando de la marihuana al LSD, luego al éxtasis, hasta que una tarde probó la cocaína en la casa de un amigo.
“Mientras caminaba por el pasillo, escuché voces y miré a través de una rendija en la puerta. Había un grupo de amigos sentados allí con líneas blancas en un tocador, y de inmediato supe lo que era”, señaló.
“Había bebido mucho y estaba tratando de volver a casa. Los chicos me vieron, me pidieron que entrara y me dijeron: ‘Solo haz un poco de esto y llegarás a casa bien, te despertará y podrás conducir’. Sabía que no debía estar haciendo eso, pero lo hice de todos modos”, agregó.
Desde ese momento, Edwards empezaría a quedarse hasta las 4 o 5 de la mañana con sus compañeros de fraternidad drogándose, bebiendo hasta 30 cervezas en un día y fumando cigarrillos.
“En la empresa en la que trabajaba, ascendí y fui un buen vendedor. Incluso fui el vendedor del año en una empresa. Desde afuera, parecía que lo tenía todo: buen trabajo, el auto, el dinero. Pero por dentro, era un desastre, solo una fachada y máscaras para ocultar la realidad”.
Debido a sus bajas notas, su padre decidió dejar de apoyarlo en el pago de la universidad, por lo que empezó a trabajar a tiempo completo.
“Me decía a mí mismo que nunca compraría drogas, que nunca tendría el número del dealer, pero todas esas cosas que dije de antemano empezaron a desmoronarse una tras otra. Así que me vi comprando una bolsa de 40 gramos de cocaína casi cada dos días. Tenía dinero y vivía solo, sin que nadie viera lo que estaba haciendo”.
Edwards terminó viviendo un estilo de vida hedonista mientras lidiaba con conflictos personales, como la muerte de su madre por cáncer de mama, que lo alejó más de la fe al echar la culpa a Dios por su partida.
En medio de esas tensiones conoció a Angela, con la que pronto se casó por la Iglesia Católica, pero nunca dejó sus adicciones. Su mundo se vino abajo después de una sobredosis y un posterior arresto por la Administración de Control de Drogas (DEA), obligando a Edwards a enfrentar la realidad de sus acciones.
En la cárcel, encontró una paz inesperada
Con el apoyo de su esposa, Angela, Edwards tomó la valiente decisión de ingresar a rehabilitación y avivar su fe.
"Me mira, este hombre que rara vez dijo 'te amo', no porque no lo sintiera, simplemente porque no sabía cómo expresarlo. Y me mira y dice: 'John, ¿estás bien?' Y yo le digo: 'Sí, papá'. Y comienzo a quebrarme y llorar, esperando un regaño o un '¿qué has hecho?'. Pero él dice: 'Hijo, te amo', y me abraza'"
Estos poderosos momentos de reconciliación y comprensión se convirtieron en la base de la conversión de Edwards.
Comprometiéndose activamente con su fe, Edwards se involucró en la Iglesia e incluso comenzó un podcast para ayudar a otros hombres a superar sus luchas con la fe.
Ahora enfatiza el increíble poder de la vulnerabilidad y la confianza en la misericordia de Dios para superar la culpa y la vergüenza.
"Me levanté después de la Misa para irme y llegué a la puerta, y de repente, siento una mano en mi hombro, y no conocía a nadie allí. Me di la vuelta y dije 'sacerdote', y me dice: 'Hola, John'. Recordó mi nombre, me había conocido una vez cinco años antes. Y dijo: 'No sé por qué tu familia no está aquí, pero Dios quiere que te diga que todo va a estar bien'. Y lo miré y pensé, ¿cómo puedes saber eso? Y él dijo: 'John, disfruta tu día, feliz Pascua', se dio la vuelta y se fue. Fui y me senté en el auto de mi papá y dije: 'Eso es todo, eso es todo. Voy a recuperar a mi familia. Voy a dar mi vida a ti, Señor'".
Este encuentro fue un momento crucial de gracia para Edwards, asegurándole que estaba en el camino correcto.
Hoy, Edwards anima a otros a iniciar sus ministerios y compartir sus testimonios, porque no importa cuán lejos estemos, la redención siempre está al alcance si confiamos en la infinita misericordia de Dios.
"Dios dice, 'Oye amigo, solo necesito un poco de ti. Solo necesito tu corazón y tu confianza'. Estas cosas muy simples."
Mira el testimonio completo en inglés:
¡Qué historia tan asombrosa!