Era adorador del demonio y hablaba con espíritus pero hoy es sacerdote
Esta es la curiosa historia de un sacerdote que, de ser adorador de Lucifer y practicar distintas formas de espiritismo, terminó, por gracia de Dios, consagrándose y escribiendo sobre los peligros del ocultismo.
En una entrevista realizada por Solène Tadié para National Catholic Register, el padre Jean-Christophe Thibaut cuenta su asombroso testimonio de conversión y deja un importante mensaje a todos los católicos.
Era adorador del demonio y hablaba con espíritus pero hoy es sacerdote
El padre Jean-Christophe Thibaut, nació en Francia y creció en una familia atea. Su padre y su madre eran marxistas y no les interesó educarlo en la fe.
Con preguntas sobre el “mundo espiritual” y alejado del la religión, de niño comenzó a practicar el ocultismo. Mientras crecía conoció a un amigo interesado en las mismas cosas y juntos comenzaron a incursionar en la hipnosis, “pero en realidad era espiritismo“, reconoce el padre Jean-Christophe.
“Nos conectamos con dos espíritus que se comunicaron con nosotros y nos ayudaron a ponernos en estado de trance, en un estado mediúmnico, por medio de ciertas técnicas, técnicas que, por cierto, encontré más tarde en ciertas prácticas de yoga”, recuerda.
El camino al luciferismo
Terminó la secundaria y su amigo se fue a estudiar medicina. Jean-Christophe quedó solo y “los espíritus, para consolarme, me dijeron que entraría en contacto con el que gobierna el universo: Lucifer“.
Así ingresó en el “luciferismo“, un movimiento que adora el carácter de Lucifer no como el diablo sino como el libertador o “portador de luz”.
“Me ofrecieron una serie de rituales de magia negra para ponerme en contacto con él. Y allí entré en un período muy oscuro de mi vida. Hice cosas muy malas”, recuerda.
“Estaba estudiando psicología; y un día, a pedido de los espíritus, me uní a un grupo político que propugnaba la revolución permanente. Llegó con la idea de que había que desestabilizar la sociedad y todo lo religioso para que naciera un nuevo orden. Así que me uní a la Liga Comunista Revolucionaria“, comenta el sacerdote.
El llamado de Dios
Y sucedió que el lugar donde el grupo hacía sus reuniones estaba justo encima de una capellanía católica. Allí un día escuchó cantar a un grupo de scouts.
“Dios escribió recto con renglones curvos: Me alcanzó por este medio, pero no directamente. En ese momento, este grupo de jóvenes que rezaban y cantaban, y que yo veía como enemigos de clase, me dio la idea de infiltrarme en un grupo scout para desestabilizar a los católicos”.
Así, se sumó al grupo con la intención de causar males, pero “una noche, todo mi mundo se derrumbó. Hubo la habitual fogata con cantos, que finalizó con la oración“.
“Recuerdo que pensé que era hermoso. Iba en contra de mis prejuicios. Abrí mi corazón un poco. Y el Espíritu Santo se aprovechó de ello. Tuve una experiencia del derramamiento del Espíritu Santo, no hay otra palabra para describirlo. De repente caí de rodillas y me quedé allí durante dos horas”.
En este momento, con 22 años de edad, Jean-Christophe tuvo un vuelco y fue transformado por gracia de Dios.
“Primero me hizo ver que había caído en una trampa, que estos espíritus que había estado escuchando durante años no querían mi bien, que yo estaba dando vueltas y que ellos eran malos. Eran demonios y ciertamente no los ángeles de luz que pretendían ser. Comprendí que este mundo me hacía extrañar lo esencial, es decir, el amor“.
Una advertencia a todos los cristianos
“Hoy en día, hay un gran resurgimiento del interés por la brujería, que está resurgiendo con fuerza, especialmente entre las mujeres jóvenes. Se mezcla con ecología, feminismo, con un poco de animalismo, antiespecismo, paganismo”, comenta el padre Jean-Christophe.
El sacerdote, al mismo tiempo alertta que ha visto “mucho este fenómeno en la Iglesia. Dado que la Iglesia está en el mundo, puede ser influenciada por todo lo que sucede en el mundo”.
“El gran peligro de estas prácticas es que, pase lo que pase, renunciamos a un poco de nuestra libertad interior. Lo que distingue al pensamiento cristiano del pensamiento astrológico o videncia, para el cual lo divino es sólo el cosmos, es que fuimos creados por un Dios, que hay una diferencia entre el Creador y la creación, que no se confunde”, alerta.
“Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, es decir, libres. Nuestras opciones de vida definen nuestro propio futuro. Somos dueños de nuestra propia vida, y somos nosotros quienes elegimos entre el bien y el mal, de ahí el llamado de Jesús a la conversión“, concluye.
Este artículo fue traducido y adaptado de National Catholic Register.
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