El ejercicio espiritual que el Papa Francisco propone hacer frente al pesebre navideño
En el año 2019, el Papa Francisco escribió una carta apostólica en la cual enfatizó el significado y la importancia del pesebre navideño. Allí nos dejó un hermoso ejercicio espiritual que puedes realizar cada Navidad frente al belén.
En Admirabile signum (“Imagen encantadora”), el Santo Padre nos invita a vivir de una forma muy especial el misterio de Belén.
“El belén es como un Evangelio vivo que surge de las páginas de la Sagrada Escritura. Al contemplar la historia de la Navidad, se nos invita a emprender un camino espiritual, atraídos por la humildad del Dios que se hizo hombre para encontrarnos con cada hombre y mujer. Nos damos cuenta de que su amor por nosotros es tan grande que se convirtió en uno de nosotros, para que nosotros, a su vez, podamos llegar a ser uno con él”, dice el Papa Francisco.
El ejercicio espiritual que el Papa Francisco propone hacer frente al pesebre navideño
Si tiene tu presebre navideño, el Santo Padre te propone una nueva forma de interpretar esa bellísima escena en un establo de Belén. Cada uno de los elementos tiene su sentido. Esto te invita a meditar el Papa Francisco.
La noche
“Primero, está el fondo de un cielo estrellado envuelto en la oscuridad y el silencio de la noche -comienza el Papa y continúa- Podemos pensar en todos esos momentos de nuestra vida en los que hemos experimentado la oscuridad de la noche“.
“¿Quién soy? De donde vengo ¿Por qué nací en este momento de la historia? ¿Por qué amo? ¿Por qué sufro? ¿Por qué moriré? Fue para responder a estas preguntas que Dios se hizo hombre. Su cercanía ilumina donde hay tinieblas y muestra el camino a los que viven en la sombra del sufrimiento (cf. Lc 1:79)”.
El paisaje
“Los paisajes que forman parte del belén también merecen una mención. Con frecuencia incluyen las ruinas de casas o edificios antiguos, que en algunos casos reemplazan la cueva de Belén y se convierten en el hogar de la Sagrada Familia”, expresa el Papa.
“Las ruinas son el signo visible de la humanidad caída, de todo lo que inevitablemente cae en ruinas, decae y decepciona. Este escenario escénico nos dice que Jesús es novedad en medio de un mundo envejecido, que ha venido a sanar y reconstruir, a restaurar el mundo y nuestras vidas a su esplendor original”.
Los pastores
“A diferencia de muchas otras personas, ocupadas en muchas cosas, los pastores se convierten en los primeros en ver lo más esencial de todo: el don de la salvación. Son los humildes y los pobres quienes saludan el acontecimiento de la Encarnación. Los pastores responden al Dios que viene a nuestro encuentro en el Niño Jesús saliendo a su encuentro con amor, gratitud y asombro“.
Otras figuras
El Papa Francisco comenta que, en el pesebre Navideño es costubre agregar muchas figuras simbólicas. “Primero, están los mendigos y los demás que solo conocen las riquezas del corazón. También ellos tienen todo el derecho a acercarse al Niño Jesús; nadie puede desalojarlos o echarlos de una cuna tan improvisada que los pobres parecen estar completamente en casa. De hecho, los pobres son parte privilegiada de este misterio; a menudo son los primeros en reconocer la presencia de Dios entre nosotros”.
La Virgen María
La escena central del pesebre navideño es Jesús, la Virgen María y San José. “Llegamos a la cueva, donde encontramos las figuras de María y José. María es una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cada visitante. La figura de María nos hace reflexionar sobre el gran misterio que rodeaba a esta joven cuando Dios llamó a la puerta de su inmaculado corazón. María respondió en completa obediencia al mensaje del ángel que le pidió que se convirtiera en Madre de Dios”, explica el Papa Francisco
“Por su ‘fiat‘, María se convirtió en madre del Hijo de Dios, no perdiendo sino, gracias a él, consagrando su virginidad. En ella vemos a la Madre de Dios que no se reserva a su Hijo sólo para ella, sino que invita a todos a obedecer su palabra ya ponerla en práctica“.
San José
Inmediatamente, en el pesebre navideño, “al lado de María, que se muestra protegiendo al Niño y a su Madre, está San José. Por lo general, se lo representa con un bastón en la mano o sosteniendo una lámpara. San José juega un papel importante en la vida de Jesús y María. Es el guardián que protege incansablemente a su familia”.
“Cuando Dios le advirtió de la amenaza de Herodes, no dudó en partir y huir a Egipto (cf. Mt 2,13-15). Y una vez pasado el peligro, llevó a la familia de regreso a Nazaret, donde iba a ser el primer maestro de Jesús de niño y luego de joven. José atesoraba en su corazón el gran misterio que rodeaba a Jesús ya María su esposa; como hombre justo, se entregó siempre a la voluntad de Dios y la puso en práctica”.
Niño Jesús
Finalmente, lo que le da sentido a todo el pesebre navideño: el Niño Jesús. “Cuando, en Navidad, colocamos la imagen del Niño Jesús en el pesebre, el belén cobra vida de repente. Dios aparece como un niño, para que lo tomemos en nuestros brazos. Debajo de la debilidad y la fragilidad, oculta su poder que crea y transforma todas las cosas. Parece imposible, pero es cierto: en Jesús, Dios era un niño, y así quiso revelar la grandeza de su amor: sonriendo y abriendo los brazos a todos“.
Según el Papa Francisco, “el nacimiento de un niño despierta alegría y asombro; nos presenta el gran misterio de la vida. Al ver los ojos brillantes de una pareja joven mirando a su hijo recién nacido, podemos comprender los sentimientos de María y José quienes, al mirar al Niño Jesús, sintieron la presencia de Dios en sus vidas”.
Reyes Magos
“A medida que se acerca la fiesta de la Epifanía, colocamos las estatuas de los Reyes Magos en el pesebre de Navidad. Observando la estrella, aquellos sabios de Oriente partieron hacia Belén, para encontrar a Jesús y ofrecerle sus regalos de oro, incienso y mirra. Estos costosos obsequios tienen un significado alegórico: el oro honra la realeza de Jesús, incienso su divinidad, mirra su sagrada humanidad que iba a experimentar la muerte y el entierro”, explica el Santo Padre.
En el pesebre navideño, “los magos nos enseñan que la gente puede llegar a Cristo por un camino muy largo. Hombres ricos, sabios de lejos, sedientos de infinito, emprendieron el largo y peligroso camino que los conduciría a Belén (cf. Mt 2, 1-12). Les sobreviene una gran alegría en presencia del Infante Rey. No se escandalizan por el entorno pobre, pero inmediatamente caen de rodillas para adorarlo“.
¡Prueba meditar estas cosas frente al pesebre navideño!