El dolor que se transformó en fe: El matrimonio que halló a Dios tras la muerte de su hija

Puri, Jorge y la foto de su hija Irena. Crédito: @Ecclesia COPE, YouTube.

Puri y Jorge eran un matrimonio alejado de la fe. Sin embargo, el fallecimiento inesperado de su hija Irene, los llevó a emprender un camino de búsqueda para comprender la muerte, un recorrido que terminó transformando su dolor en un profundo encuentro con Dios.

Durante años, ambos vivieron convencidos de que la religión no era importante. Luego de nueve años de noviazgo, se casaron únicamente por civil y criaron a sus hijos sin acercarlos a ninguna religión.

“Lo que pasa es que nos habían bautizado, hemos hecho la confirmación, nos hemos criado en unas familias cristianas, pero, sobre la época de la adolescencia, nos fuimos apartando totalmente; ya no nos interesaba para nada. El matrimonio civil fue también una consecuencia de respeto, porque me parecía algo que no era coherente. Me parecía que le faltaba el respeto a la gente que era creyente casarme por la Iglesia ‘porque es más bonito’, ‘porque así la abuela se va a quedar más contenta’ o por lo que sea”, señaló Puri en una entrevista a Ecclesia COPE.

Jorge, por su parte, recordó que no solo estaba alejado de la fe, sino que era totalmente contrario a ella. Como agnóstico, consideraba que Dios era un tema poco práctico, al que no valía la pena dedicarle tiempo.

“Yo siempre decía: ‘Dios... mira, eso son paparruchas para débiles mentales que necesitan creer que después de esta vida hay una vida maravillosa para compensar la miseria de esta vida’. O sea, que ni siquiera era neutro, sino que yo atacaba a la fe”, recordó.

A pesar de no criar a sus hijos cerca de la religión, accedieron a bautizarlos cuando ellos mismos se lo pidieron.

“Jaime, nuestro hijo mayor, pues sí, tendría unos 10 u 11 años, y dijo que quería bautizarse y hacer la primera comunión. Entonces, nosotros fuimos a la parroquia que nos correspondía por zona, hablamos con el sacerdote, le explicamos nuestra situación y lo que quería nuestro hijo”, indicó Puri.

Jorge destacó que, si bien no los habían bautizado de pequeños, accedieron porque consideraban que así como no les habían “impuesto el bautismo”, tampoco debían negárselo si el deseo era libre.

“Cuando nos dijeron ‘me quiero bautizar’, dijimos: ‘Pues oye, si nosotros no les hemos impuesto ser cristianos, ser católicos, pero ahora ellos lo deciden, tampoco tenemos nosotros, por la misma razón, fuerza para decirles que no’. Así que, si eso es lo que ellos quieren, pues adelante”, añadió Puri.

El verano que lo cambió todo

La vida de la familia cambió por completo en el verano de 2005, cuando su hija Irene enfermó repentinamente.

“Estaba demasiado pálida y decía que no, que apenas podía andar, que le dolían mucho las piernas, que estaba muy cansada”, recordó Puri.

Al llevarla al centro de salud, la doctora les indicó que tenía un poco de fiebre y que lo más probable era una simple gripe. La familia volvió a casa con una receta de ibuprofeno y reposo. Sin embargo, a la mañana siguiente Irene fue internada de emergencia. 

“Nos dijeron: ‘Su hija tiene una infección muy grave y todavía no sabemos por qué motivo. Vamos a hacerle pruebas, pero está muy mal. Tiene una infección grave’. Y ya la metieron en la UCI, empezaron a hacerle cosas, y ahí nosotros ya empezamos a padecer, porque nos dimos cuenta de que aquello que el día anterior parecía algo sin importancia era algo muy serio”.

En medio del dolor y el desconcierto, Jorge decidió pedir ayuda a Dios, aunque fuera sin fe.

“Me inventé una oración muy extraña, que era la siguiente. Yo decía: ‘Dios, si es que existes, si es que gobiernas nuestras vidas allá, desde los espacios infinitos, salva a mi hija. Por compasión te lo pido’. Una oración impropia, porque mi hija está ahí, luchando entre la vida y la muerte, y yo me pongo a hacer poemas, con un lirismo fuera de la ocasión”, recordó.

Pidió a Dios de esa manera día y noche durante seis días. Pero al sexto día, al llegar al hospital, los médicos le informaron que Irene había muerto.

“Curiosamente, esa mañana, nada más despertar, cambié la manera de orar. Y entonces dije: ‘Vamos a ver, esta criatura, nos están diciendo los médicos que se va a quedar sin extremidades, porque las tenía necrosadas, los brazos y las piernas, que va a tener cantidad de daños orgánicos, que habrá que estar haciendo operaciones, entrando y saliendo de los hospitales. ¿Cómo va a ser feliz mi hija de esa manera?’.
Entonces, en ese momento cambio. Y lo curioso es que ya no decía ‘Dios, si existes’, sino que le decía directamente: ‘Dios, llévatela contigo, llévatela contigo, porque es que esto es lo más conveniente dado el estado que tiene esta cría’. Entonces, justo ese día que empiezo a rezar así, llegamos al hospital y es cuando nos dicen los médicos: ‘Su hija ha muerto’”.
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Buscando explicaciones, encontraron a Dios

La muerte de su hija, con solo 17 años, llevó a Jorge a pensar incluso en el suicidio. Sin embargo, algo interior le repetía: “Busca el sentido de la muerte y encontrarás el sentido de la vida”.

La pareja comenzó a leer sin descanso: teorías, creencias y libros que intentaran explicar qué hay después de la muerte.

“Leímos libros de espiritismo, de reencarnación, El libro tibetano de los muertos, experiencias cercanas a la muerte… En fin, un montón de libros, muchos de ellos infumables, que cuando llegábamos a la página 15 los tirábamos a la papelera porque no había quien se leyera esas cosas tan estrafalarias.
Pero en esa búsqueda del sentido de la muerte, un amigo me envía un libro por correo que se llama Mero cristianismo, de C. S. Lewis. Es el autor de Crónicas de Narnia, un señor que era ateo y se convirtió en Inglaterra”.

En esa lectura, Jorge encontró algo que cambió su vida: vio reflejado su amor por su hija en el amor de Dios.

“Lewis define a Dios, y lo define cómo es Dios por dentro de sí mismo. Dice: ‘Dios es un Padre, también es un Hijo y también es un amor que existe entre el Padre y el Hijo, que es un amor eterno, hipercreativo, que no puede dejar de crear seres y más seres y sostenerlos en la existencia. Y lo hace por amor, no por necesidad. Y ese amor es tan perfecto que es una persona y se llama Espíritu Santo. De manera que Dios es Padre, es Hijo y es el Espíritu Santo, que es el amor personal entre ellos dos’.
Entonces, cuando yo leí eso, me puse a llorar, porque yo estaba experimentando eso. O sea, yo digo: ‘Yo soy un padre, está mi hija al otro lado de la muerte, y el amor que seguimos sintiendo el uno por el otro, muy intenso, que eso Puri también tuvo esa experiencia de amor intenso y lo puede ampliar, a mí me había convertido en alguien hipercreativo, como es el Espíritu Santo, que no puede dejar de crear. Su amor, el amor por mi hija, como que me hacía hacer cosas que yo nunca antes había hecho’”.

Jorge compartió esta experiencia con Puri, y ambos decidieron abrir la Biblia. Lo primero que Puri leyó fue el Libro de la Sabiduría, en el pasaje titulado “La muerte prematura del justo”.

“Es impresionante, porque claro, ahí te dice que no es necesario que pasen los años, ni que tengas barba blanca ni nada de eso, para que seas ya justo y el Señor te reciba. Muchas veces la gente no lo entiende, pero hay gente joven que es absolutamente sabia en el amor”.
“El día más feliz de mi vida, fue ese día que descubrí dónde estaba Irene, cuando la encontré. Y la encontré en los brazos de Dios, porque luego me di cuenta de que buscando por amor, porque tú buscas el amor, ese amor de tu niña linda, de tu amor, acabas en la fuente del amor. Eso está clarísimo, porque Dios no es que ame mucho ni es muy amoroso: Dios es Amor”.

Escucha la entrevista completa:

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