Benedicto XVI se enamoró de la Misa cuando era niño gracias a este libro
Uno de los rasgos más importantes del pontificado de Benedicto XVI fue el cuidado de los detalles en las celebraciones litúrgicas, particularmente en la Santa Misa. Es interesante saber que este amor por la Misa acompañó a Benedicto XVI durante toda su vida y tuvo su origen en su infancia cuando recibió un libro que marcó su vida.
En su libro Mi vida, el entonces cardenal Ratzinger cuenta pasajes de su infancia y de cómo se enamoró de la Santa Misa gracias a un libro llamado “Schott”.
¿Qué era el “Schott”?
Ratzinger cuenta que a fines del siglo XIX el padre benedictino Anselm Schott tradujo el antiguo misal en latín al alemán, su lengua materna, y que su párroco organizaba misas comunitarias para los escolares en las que se leían los textos del “Schott”.
Para su fortuna, un párroco regaló un “Schott” a sus padres en su aniversario de bodas en el año 1920 y el pequeño Ratzinger amaba leerlo pues era un libro de oración para para los niños inspirado en el misal.
“En él, el desarrollo de la acción litúrgica iba ilustrado con imágenes para que se pudiese seguir bien lo que sucedía” recuerda Ratzinger, “además, presentaba de vez en cuando una breve plegaria que sintetizaba lo principal de las distintas partes de la liturgia, haciéndola accesible para el rezo de los niños”.
Tanto amaba este libro que en una Navidad le escribió una carta al niño Jesús pidiéndole uno para él:
“Querido Niño Jesús, pronto descenderás sobre la tierra. Traerás alegría a los niños. También a mí me traerás alegría. Quisiera el Volks-Schott, una casulla verde para la Misa y un Corazón de Jesús. Seré siempre bueno. Saludos. Joseph Ratzinger”.
¡Y su inocente deseo fue escuchado! El pequeño Ratzinger recibió un “Schott para niños”, luego un “Schott dominical” y finalmente todo el misal completo. Él recuerda con mucho cariño estos regalos.
“Cada nuevo paso que me hacía profundizar más en la liturgia era para mí un gran acontecimiento. Cada librito litúrgico que recibía era algo precioso, algo que no podía soñar más bello. Era una aventura fascinante entrar poco a poco en el misterioso mundo de la liturgia que se desarrollaba allí, en el altar, ante nosotros y para nosotros”, menciona Benedicto XVI en su libro autobiográfico.
Sin embargo, debido a su corta edad no podía entender todo lo que allí se explicaba, pero sabía que estaba ante algo sobrenatural, ante una realidad no creada por hombres, sino por Dios mismo.
“Naturalmente, como niño no comprendía cada uno de los detalles, pero mi camino con la liturgia era un proceso de continuo crecimiento en una gran realidad que superaba todas las individualidades y las generaciones, que se convertía en ocasión de asombro y descubrimientos siempre nuevos. La inagotable realidad de la liturgia católica me ha acompañado a lo largo de todas las etapas de mi vida; por este motivo, no puedo dejar de hablar continuamente de ella“.
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