Agua, aceite y sal: el poder de los sacramentales para combatir al demonio
Además de los sacramentos, los católicos tenemos a disposición los sacramentales. ¿Conoces la forma en que cada uno sirve para combatir al demonio? El poderoso efecto de la sal, el aceite y el agua bendita.
Los sacramentales son signos sagrados que obtenemos por intercesión de la Iglesia, que tienen efectos espirituales, nos predisponen a recibir los sacramentos y sirven para santificar diversas circunstancias de la vida. (CIC 1667)
El exorcismo, este ritual mediante el cual un sacerdote autorizado expulsa al demonio de un poseso, es un sacramental. Se pone en práctica “cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra las asechanzas del Maligno y sustraída a su dominio” (CIC 1673).
Además, durante el exorcismo se utilizan otros sacramentales.
En su obra Habla un exorcista, el padre Gabriele Amorth relata los diferentes sacramentales y cómo cada uno puede ser empleado para combatir al demonio. Tengamos siempre presente que lo mejor y más efectivo contra toda acción demoníaca es vivir en gracia. Si estamos cerca de Cristo y recurrimos a los sacramentos, Dios vive en nosotros.
Agua bendita
Cuando el agua es bendecida, comenta el padre Amorth, se pide al señor que su aspersión genere la defensa contra las insidias del maligno y el don de la protección divina.
Si el agua es además exorcizada, es decir, se le aplica la plegaria de exorcismo, añade otros efectos como ahuyenta todos los poderes del demonio con objeto de extirparlo y expulsarlo. Además, aumenta la gracia divina, protege las casas y todos los lugares donde moran los fíeles contra toda influencia demoníaca.
Aceite exorcizado
Respecto a este sacramental el padre Amort señala:
“Es bueno para la salud del alma y del cuerpo; recordamos aquí el antiguo uso de ungir con aceite las heridas y la facultad dada por Jesús a los apóstoles de curar a los enfermos con la imposición de las manos y ungiéndolos con aceite” (P. 75).
Agrega que El aceite exorcizado posee, además, una propiedad que es específica: separar del cuerpo las adversidades. ¿Qué significa esto? Que, en sus palabra, cuando una persona ha sido sufrido algún hechizo ingiriendo algo, el aceite exorcizado ayuda mucho a desprender y liberar el
cuerpo de estas impurezas.
Sal exorcizada
Según el sacerdote, la propiedad específica de la sal es es la de proteger los lugares contra las influencias o las presencias maléficas. “En casos semejantes suelo aconsejar que pongan sal exorcizada en el umbral de la casa o en los cuatro rincones de la habitación o de las habitaciones que se consideran infestadas” (P. 76)
Incienso bendito
Por último, el padre Amorth menciona el incienso, que sirve para alejar a lo demoníaco porque es un elemento de alabanza y adoración a la divinidad.
Por último concluye: “Ese ‘mundo católico incrédulo’ se reirá quizá ante estas supuestas propiedades. Desde luego, los sacramentales actúan con más eficacia cuanto mayor es la fe; sin ésta, son a menudo ineficaces (P. 76).
¡Qué interesante! ¿Tú que piensas?