9 datos sobre la Beata Chiara Luce Badano, patrona de la juventud y los atletas
La Beata Chiara Luce Badano fue una joven italiana extraordinaria. Su vida y legado continúan inspirando a católicos de todas las edades alrededor del mundo.
Era conocida por su profundo amor a Dios, su amistad incondicional y su espíritu vibrante. También es considerada patrona de la juventud, los atletas y los pacientes de cáncer.
Hoy, podemos mirar a Chiara Luce Badano como un ejemplo de fe inquebrantable, sin importar las circunstancias.
Aquí tienes nueve datos para conocer más sobre la vida de la Beata Chiara Luce Badano:
1. Chiara Luce Badano nació en Sassello (Italia) el 29 de octubre de 1971. Fue un pequeño milagro para Maria Tereza y Ruggero Badano, un matrimonio que esperó durante 11 años por un hijo.
2. Fue educada en la fe desde pequeña e ingresó al Movimiento de los Focolares a los 9 años, donde descubrió el amor de Dios.
3. Chiara patinaba y jugaba tenis. También disfrutaba de las montañas y de pasar tiempo en la playa.
4. Tenía una habilidad única para escuchar las dudas y dificultades de los demás. Muchos amigos solían confiar en ella.
5. Cuando enfrentaba dificultades o fracasos, Chiara decía: “Siempre puedo volver a empezar”.
6. A los 17 años, fue diagnosticada con un tumor en los huesos (osteosarcoma con metástasis). La enfermedad la dejó sin movilidad en las piernas y muchas veces confinada a su habitación. Sin embargo, vivió sus días ordinarios ofreciendo su dolor a Dios.
“Jesús, si tú lo quieres, yo también lo quiero” - Chiara Luce Badano
7. Chiara recibió la Eucaristía todos los días hasta su muerte.
8. Se preparó para su muerte como si fuera una boda. Sus últimas palabras a su madre fueron: “Mamá, ¡ciao! Sé feliz, porque yo lo soy”.
9. Fue proclamada “Beata” por el Papa Benedicto XVI en 2010. Durante la Jornada Mundial de la Juventud en 2012, el Papa dijo:
“La joven Chiara Badano (1971-1990), recientemente beatificada, experimentó cómo el dolor puede ser transfigurado por el amor y estar habitado por la alegría. A la edad de 18 años, en un momento en el que el cáncer le hacía sufrir de modo particular, rezó al Espíritu Santo para que intercediera por los jóvenes de su Movimiento. Además de su curación, pidió a Dios que iluminara con su Espíritu a todos aquellos jóvenes, que les diera la sabiduría y la luz: ‘Fue un momento de Dios: sufría mucho físicamente, pero el alma cantaba’ (Carta a Chiara Lubich, Sassello, 20 de diciembre de 1989). La clave de su paz y alegría era la plena confianza en el Señor y la aceptación de la enfermedad como misteriosa expresión de su voluntad para su bien y el de los demás. A menudo repetía: ‘Jesús, si tú lo quieres, yo también lo quiero’”.