7 hábitos que las familias católicas pueden implementar para el año escolar

Crédito: Unsplash.

Con el regreso a clases, no basta con preparar útiles, uniformes y loncheras. Debbie Cowden recuerda que lo esencial en la formación de los hijos es la fe, y propone siete hábitos que las familias pueden adoptar para vivirla con mayor plenitud durante el año escolar.

En un artículo para National Catholic Register, la escritora católica señala que comenzar un nuevo ciclo o semestre escolar es una excelente oportunidad para introducir costumbres que fortalezcan la vida espiritual en familia.

“Notarás que, en su mayoría, estos consejos priorizan fortalecer la conexión con tus hijos a lo largo del día. Como dijo Santa Teodora Guérin: Primero ama a los niños, y luego enséñales’. Esto aplica tanto a la educación como a nuestra fe”, resalta.

Con la experiencia de ser madre de cuatro hijos, Cowden ofrece consejos para que el hogar viva la fe en medio del ritmo escolar.

1. Mientras se preparan para ir a la escuela escuchen música relacionada a la fe.

Las mañanas pueden ser difíciles cuando hay que despertar, vestir, arreglar, alimentar y preparar a todos. Marca el inicio del día con paz y oración, recordando que esos himnos y canciones son también oraciones ofrecidas a Dios.

2. Padres, reserven un momento para la oración personal durante el día.

Hubo un tiempo en mi vida en el que encontraba todo tipo de excusas para decir que “no tenía tiempo” para orar. Sin embargo, cuando decidí darme el tiempo, descubrí que podía encontrar más espacios para la oración. Para algunos padres, puede ser justo después de que pasa el bus escolar o en el trayecto tras dejar a los hijos. Tal vez durante la hora de almuerzo o la siesta del bebé. Para las mamás que educan en casa, puede ser un momento designado en que los niños colorean, leen o rezan por su cuenta.

3. Al final de la jornada escolar destina un tiempo de oración en silencio.

He visto, tanto por experiencia propia como por lo que comparten otros padres, que algunos niños suelen estar completamente inquietos al terminar la escuela. Su conducta agitada puede deberse a que han pasado todo el día encerrados en el aula, obligados a estar sentados, a seguir instrucciones y a cumplir con las normas; y, al llegar a casa, se desatan. Incluso con mis hijos educados en casa, entre las 4 y 5 p.m. vivimos lo que llamamos “la hora de hacer santos”, porque los niños están cansados, hambrientos y alterados, y resulta santificante para todos. Para darles un espacio de descompresión a los hijos (y también a los padres), ofrece un pequeño refrigerio y un momento de tranquilidad después de clases, seguido de la oración en familia. La tarea puede esperar. Las preguntas sobre cómo les fue también pueden esperar. ¡Inténtalo!

4. Antes de dormir hagan un examen de conciencia y reflexionen sobre el día.

Recientemente empecé a hacerlo con mi hija mayor: conversamos sobre lo bueno y lo no tan bueno de la jornada. Es una práctica que San Ignacio de Loyola describe en sus Ejercicios Espirituales, en la que podemos reconocer nuestras virtudes, defectos, bendiciones y la gracia de Dios cada día. Además, me brinda la oportunidad de escuchar lo que guarda en su corazón, comprender en qué está luchando y ver el día a través de sus ojos. Es un momento de conexión que valoro mucho y que deseo que otros padres también puedan experimentar.

5. Conviertan el domingo en día de descanso y tiempo en familia.

Con la escuela, los deportes, las clases de música, danza y otras actividades extracurriculares, es fácil que los horarios se salgan de control, a veces incluso ocupando el domingo. Para preservar la primacía del Día del Señor, asegúrate de que tu familia tenga tiempo para descansar y recrearse juntos (después de la Misa, por supuesto), ya sea con un picnic en el parque, una noche de películas, juegos de mesa o manualidades. Cultivar este tiempo fortalecerá el vínculo familiar y afianzará la conexión con nuestra familia celestial.

6. Una vez al mes practiquen la devoción de los Primeros Sábados con confesión.

Cada familia debería proponerse ir a confesión al menos una vez al mes (seguramente todos tenemos mucho que confesar), y hacerlo a través de la devoción de los Primeros Sábados es una hermosa forma de honrar a la Santísima Virgen como familia, mientras crecen juntos en la fe.

7. En familia adopten un santo patrono (o varios) para el año escolar.

Ya sea eligiendo un santo para todo el año o creando una letanía familiar, podrán apoyarse en la intercesión de santos específicos para acompañarlos en el camino escolar. Algunos de mis favoritos, vinculados a la educación por diversas razones, son: Santo Tomás de Aquino, San José de Cupertino, Santa Isabel Ana Seton, Santa Francisca Javier Cabrini, San Juan María Vianney, Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Santa Hildegarda y San José de Calasanz —aunque hay muchísimos más entre los que se puede elegir.

¡Qué lo que resta del año escolar dé frutos espirituales en tu familia!

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