5 lecciones de San Vicente de Paúl, el Apóstol de la Caridad, que te ayudarán en tu día a día
Cada santo tiene un camino único hacia la santidad, y de San Vicente de Paúl podemos aprender mucho. ¡Tiene una historia excepcionalmente sorprendente!
San Vicente de Paúl, conocido como el Apóstol de la Caridad, fue capturado por piratas y vendido como esclavo. Después de escapar, fundó una orden religiosa y una obra de caridad que perdura hasta hoy.
Se atribuyen numerosos milagros a la intercesión de este santo, que sirvieron para su camino a los altares. Entre ellos resaltan dos: Una religiosa que fue curada de úlceras y una mujer laica que fue sanada de parálisis.
El Papa Benedicto XIII beatificó a Vicente de Paúl en 1729. Menos de una década después, se convirtió en santo. El Papa Clemente XIII lo canonizó oficialmente el 16 de junio de 1737.
San Vicente de Paúl es el patrón de hospitales, obras de caridad, voluntarios y prisioneros.
Estas 5 lecciones de San Vicente de Paúl te ayudarán a crecer en santidad:
“Ve hacia los pobres: encontrarás a Dios” - San Vicente de Paúl
“Si el mundo nos quita algo por un lado, Dios nos dará algo por el otro” - San Vicente de Paúl
“La humildad no es nada más que la verdad, y el orgullo no es nada más que la mentira” - San Vicente de Paúl
“Juzga a las personas y las cosas bajo la luz más favorable todo el tiempo y en todas las circunstancias” - San Vicente de Paúl
“Dios, concédenos la gracia de ver las cosas con los mismos ojos que tú” - San Vicente de Paúl
Oración de la Novena a San Vicente de Paúl:
Oh Glorioso San Vicente de Paúl, la mención de tu nombre sugiere una letanía de tus virtudes: Humildad, Celo, Misericordia, Autosacrificio. También recuerda sus muchos fundamentos: Obras de Misericordia, Congregaciones, Sociedades.
La Iglesia recuerda con gratitud su promoción del sacerdocio. Inspira a todos los trabajadores caritativos, especialmente a los que sirven, tanto a los pobres espirituales como materiales.
Oh Señor, danos la gracia que diste a tu siervo San Vicente de Paúl, para renunciar a la tentación de las cosas materiales, en nuestro santo esfuerzo por ministrar a los pobres.
Amén.