3 hechos históricos sobre la Resurrección que todo escéptico debería reconocer
La Resurrección de Cristo es un hecho fundamental de la fe cristiana. El cristianismo no es una simple filosofía o moral; toda la fe cristiana depende de ciertos asombrosos acontecimientos históricos. Si ciertas cosas no hubiesen ocurrido, entonces toda la religión cristiana sería vana.
Pero, como decimos, ¡la Resurrección de Jesús es real! Esto lo confirma como Hijo de Dios y triunfador sobre el demonio y la muerte. Sin embargo, hay personas que se preguntan si esto realmente ocurrió.
Estos son tres hechos históricos que cualquier escéptico debería reconocer sobre la Resurrección:
1) El cuerpo no está en ninguna parte
La manera más sencilla en el siglo primero (y también hoy) de probar que Jesús no había resucitado era mostrar su cadáver.
Después de morir el cuerpo de Cristo fue llevado a una tumba, una piedra gigante fue colocada a la entrada y unos guardias romanos se quedaron allí cuidando que nada raro pasara. A pesar de todo eso el cuerpo desapareció, y nunca fue encontrado.
2) Hubo cientos de testigos de su resurrección
Los cristianos no creen la resurrección de Jesús simplemente porque su cuerpo desapareció.
Jesús resucitado apareció ante muchas personas, y no estamos hablando solo del círculo más cercano de apóstoles, estamos hablando de cientos de personas (1 Corintios 15, 4-8).
3) Aquellos testigos estaban dispuestos a morir cruelmente porque estaban convencidos de lo que afirmaban
Algunos escépticos sostienen que los seguidores de Jesús en algún momento robaron su cadáver y luego mintieron afirmando que lo vieron resucitado.
Si ese fuera el caso, ¿por qué estuvieron dispuestos a renunciar a sus comunidades religiosas, sus familias, sus amigos, sus medios de subsistencia y, para muchos, a sus vidas de manera espantosa?¿Todo por una mentira?
La respuesta más lógica es, por supuesto, que ellos realmente vieron a Cristo resucitado. Ese convencimiento los llevó a estar dispuestos a abandonarlo todo por Él.
¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!