¿Existen las maldiciones como aparecen el la película El Conjuro 3? ¿Qué dice la Iglesia al respecto? En este artículo te contamos que debes saber si tienes pensado ver el film basado en un caso de Ed y Lorraine Warren.

El film El Conjuro 3 aborda el caso de Arne Chayenne, un joven acusado de homicidio quien alegó en el juicio “el diablo me obligó a hacerlo”. Independientemente del caso, que tuvo resonancia mundial en el año 1981, la película menciona que el caso de posesión demoníaca se debía a una maldición operada por una bruja.

Como toda película, está sujeta a dramatizaciones y exageraciones que exceden la realidad de los casos de posesión registrados oficialmente por exorcistas de la Iglesia. Pero el objetivo del artículo es más bien tomar como punto de partida un elemento sugerido en El Conjuro 3: ¿existen las maldiciones?

¿Qué dice la Iglesia sobre las maldiciones? Lo que debes saber si vas a ver El Conjuro 3

Lo primero que se debe aclarar es que el concepto de “maldición” tiene muchos significados, pero todos ellos remiten de alguna manera a “desear el mal”, es decir, lo contrario de bendecir. En este caso, se entiende maldición como algo similar al maleficio, a un acto de hechicería en el que se invoca la intervención demoníaca.

La Biblia reconoce la existencia de las maldiciones -entiéndase hechicería- y las condena severamente.

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que “todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo —aunque sea para procurar la salud—, son gravemente contrarias a la virtud de la religión.

Estas prácticas son más condenables aún cuando van acompañadas de una intención de dañar a otro, recurran o no a la intervención de los demonios. Llevar amuletos es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas llamadas tradicionales no legítima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la credulidad del prójimo” (CIC 2117).

La palabra de los exorcistas

Tanto el padre José Antonio Fortea como el célebre exorcista ya fallecido Gabriele Amorth afirman que un maleficio es aquella operación que se hace para dañar a otro invocando a los demonios.

Según el Padre Fortea, en su obra Summa Daemoníaca, como la maldad humana se aplica a diferentes cosas, los maleficios también son de distinto tipos. Los hay para matar, para provocar posesión, para dañar los proyectos de alguien, para que alguien enferme, etc.

Sin embargo, esto no significa que porque alguna de estas cosas suceda deba sospecharse de un obrar demoníaco (salvo en la posesión, claro). Como indica el sacerdote, nada tiene su causa en el demonio mientras no se demuestre lo contrario. Esta es la regla que siempre debe seguirse al respecto.

El padre Gabriele Amorth, en su libro Memorias de un Exorcista, incluso agrega “también hay hechizos de verdad, auténticos maleficios, esto es,’males causados con la intervención del demonios’. Son hechizos efectuados por brujos de verdad, personas que han hecho un pacto con Satanás, seguidores de su culto. Personas que suelen vivir con envidia, odio y perfidia, lo mismo que el demonio. Es importante dejar claro todo esto, porque hoy en día mucha gente, incluso muchos curas, no creen en la existencia de los hechizos”.

¿Tiene efecto el maleficio o las maldiciones?

Según el padre Fortea, el maleficio primero tiene un efecto en quien lo hace, ya que invoca al demonio y nada bueno puede provenir de tal acto. Es muy probable que tales personas sean perjudicados con algún tipo de influencia demoníaca, posesión o enfermedad.

De todos modos, los sujetos que recurren a estas prácticas para dañar la salud de otros o para que queden posesos, no suelen hacerlo por mucho tiempo, ya que el castigo divino les viene muy pronto. En opinión del sacerdote, pocas cosas atraen tanto el castigo divino como practicar maleficios contra otros.

En relación a la efectividad contra el que se hace, depende de la voluntad de Dios. Esto hay que tenerlo siempre presente. Nada sucede si el Señor no lo permite.

La persona que ora y vive en gracia de Dios está protegida por Él. Cuanto más se reza y se busca llevar una vida cristiana, más protegidos se está.

Si tienes pensado ver El Conjuro 3, ya estás informado.

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