¿Quieres saber como fue el paso a la eternidad de san José? Los Evangelios nos dan muy poca información de esta gran santo. Tenemos algunos datos de su vida durante la infancia de Jesús, pero luego desaparece de los relatos. Y solo Mateo y Lucas se ocupan de él.

Sin embargo, gracias a las revelaciones privadas de sor María de Jesús Agreda podemos reconstruir algunos momentos de su vida y uno en especial: su muerte

En su célebre obra Mística Ciudad de Dios, la venerable religiosa describió lo que habrían sido los últimos momentos de la vida de san José, y cómo fue acompañado por la Virgen María y su hijo adoptivo Nuestro Señor Jesús.

No obstante, como toda revelación privada, ningún católico está obligado a creer en ella, pero puede ayudarnos a vivir más plenamente nuestra fe.

El pedido de la Virgen a Jesús sobre José

Según relata la monja, antes de entrar en sus últimos días de vida, san José hacía ocho años que vivía con dolores y enfermedades. Entonces, al ver santa María que se acercaba la hora de su marido, fue en busca de Jesús y le dijo:

“Señor y Dios altísimo, Hijo del Eterno Padre y Salvador del mundo (…) Yo os suplico, por vuestras antiguas misericordias y bondad infinita, que le asista en esta hora el brazo poderoso de Vuestra Majestad, para que su muerte sea preciosa en vuestros ojos  como fue tan agradable la rectitud de su vida” (Mística Ciudad de Dios, p. 575).

Por este pedido, Jesús hizo que durante los nueve días que faltaban para la muerte de san José, tres veces cada día los Santos Ángeles dieran música celestial al dichoso enfermo con cánticos de alabanza del Altísimo.

El éxtasis del santo esposo

Tal como menciona la obra de esta venerable religiosa, el día anterior a su muerte, san José tuvo un éxtasis que le duró veinticuatro horas. Este santo pudo ver claramente la divina esencia, y en ella reconoció todo lo que había creído por la fe.

Dios le mostró el misterio de la Encarnación, la Redención humana y de la Iglesia militante y sus sacramentos. Además, la Santísima Trinidad le dijo que iría al Seno de Abraham, y debía comunicarle a los santos Padres y Profetas que Cristo los sacaría de allí y los llevaría a la eterna felicidad y descanso.

La despedida de María y la entrega a Jesús

Ya pronta su partida, la Virgen María se acercó a José y le pidió que la bendijera como esposo que era. Su esposo le dijo: “Bendita sois entre todas las mujeres y escogida entre todas las criaturas. Los Ángeles y los hombres Os alaben, todas las generaciones conozcan, magnifiquen y engrandezcan vuestra dignidad” (Mística Ciudad de Dios, p. 576).

Luego san José se dirigió a Jesús e intentó ponerse de rodillas con profunda reverencia, pero Nuestro Señor lo tomó entre sus brazos para sostenerlo.

En ese momento, su padre adoptivo le dijo con solemnidad, “Señor mío y Dios altísimo, dad vuestra bendición eterna a vuestro esclavo y hechura de vuestras manos; perdonad, Rey piadosísimo, las culpas que como indigno he cometido en vuestro servicio y compañía.

Yo os confieso, engrandezco y con rendido corazón os doy eternamente gracias, porque entre los hombres me eligió Vuestra inefable dignación para esposo de vuestra verdadera Madre; vuestra grandeza y gloria misma sean mi agradecimiento por todas las eternidades”. (Mística Ciudad de Dios, p. 576)

Cuando san José terminó de decir esto, Jesús le dio la bendición y le dijo con gran amor:

“Padre mío, descansad en paz y en la gracia de mi Padre celestial y mía, y a mis profetas y santos, que os esperan en el limbo, daréis alegres nuevas de que se llega ya su redención” (Mística Ciudad de Dios, p. 577).

Y san José falleció en sus brazos.

¿Quieres saber qué edad tenía?

Según la venerable sor María de Jesús Agreda, san José tenía 60 años, la Virgen María 41 y Jesús probablemente 27 años.

¿Qué hermosa narración verdad? ¡Que la historia de san José nos ayude a acercarnos más a Nuestro Señor Jesús!

Comparte