Como todos los católicos sabemos, los evangelios apócrifos no forman parte del Nuevo Testamento, ¿por qué? ¿cuándo y por quién fueron escritos? En este artículo te acercamos todo lo que tiene que saber sobre estos textos no reconocidos por la Iglesia.

¿Qué son los evangelios apócrifos?

Etimológicamente, apócrifo significa “cosa escondida, oculta”. Sin embargo, desde el punto de vista católico, se trata de escritos no reconocidos como canónicos, es decir, textos que no representan lo que dicen representar y son de autores desconocidos. En definitiva, no son dignos de ser creídos.

A pesar de ello, estos textos pretenden imitar el contenido de los evangelios canónicos y hasta presentarse como sagrados.

¿En qué fecha fueron escritos?

Algunos evangelios apócrifos fueron escritos a finales del siglo II, pero la mayoría son del siglo IV. A diferencia de estos textos, los evangelios de san Mateo, san Marcos y san Lucas, fueron redactados antes del año 70 d.C., en tanto el de san Juan data del 90 d.C.

Ya en este último siglo, las partes fundamentales del Nuevo Testamento se afianzan como canónicas y se utiliza la noción de apócrifo para referirse a todo este conjunto de textos falsos.

Tempranamente, Orígenes (185-254), un Padre de la Iglesia, distinguía que existían cuatro evangelios inspirados y recibidos como tales por la Iglesia, y otros “compuestos por quienes se lanzaron a escribir evangelios sin estar investidos de la gracia del Espíritu Santo” (Los evangelios apócrifos, Aurelio de Santos Otero).

Otros como Eusebio de Cesarea (263-339), ya hablaba de la existencia de textos bastardos y espúreos.

¿Quiénes fueron sus autores?

La mayoría de los evangelios apócrifos tienen un origen popular, de allí que estos textos fueran especialmente propensos a reflejar todo lo considerado extraordinario, misterioso y legendario.

Muchas de aquellas primitivas comunidades cristianas tenían auténticos anhelos de conocer cosas nuevas respecto a la vida de Cristo y de su mensaje. Pero esa misma curiosidad los predisponía a dejarse encandilar por relatos fantásticos y de regiones alejadas de donde Jesús vivió.

Estos relatos populares circularon de boca en boca y nutriéndose de numerosos agregados. Finalmente se convirtieron en toda una literatura apócrifa, a la que incluso le asignaron nombres de testigos de la vida de Jesús (Pedro, Felipe, Santiago, etc.)

No obstante, a esta ingenuidad popular se le agregó la astucia de los herejes. Así, algunos de estos textos ya no solo pretendían contar algún “misterio nuevo” de la vida de Jesús sino transmitir ideas contrarias a la enseñanza de la Iglesia. De allí que varios se inspiran en herejías gnósticas o maniqueas.

Pero también los hay falsos en su ortodoxia, ¿cómo es esto? Algunos autores preocupados por estos textos apócrifos heréticos a su vez escribieron otros apócrifos para hacerles frente. Así incurrieron en falsedades disfrazadas de inspiración del Espíritu Santo.

Dentro de este último grupo el caso más conocido es el del “Evangelio de Santiago”, que quiso combatir a quienes negaban la virginidad de María, pero con relatos falsos.

¿Qué intenciones tenían los evangelios apócrifos?

Como hemos visto, existen varias razones para su justificar su elaboración.Estas se podrían resumir: desde el afán de buscar un apoyo “revelado” para determinadas opiniones heréticas, hasta el de poder así demostrar más fácilmente una verdad plenamente ortodoxa, pasando por el simple deseo de satisfacer la curiosidad, ayudar a la devoción o entretener. (La literatura apócrifa del Nuevo Testamento, Enrique Moliné)

¡Esperamos que te sirva esta información!

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