Si visitas la Iglesia de San Lamberto en Münster, Alemania y levantas la vista, encontrarás algo que podría parecer un poco alarmante: tres jaulas de tamaño humano cuelgan desde el campanario.

¿Cómo llegaron allí? ¿y por qué? Para descubrirlo hay que remontarnos hasta el siglo XVI cuando Europa estaba en medio de la Reforma Protestante.

Juan de Leiden nació en 1509, tan solo unos años antes de que Lutero publicara sus 95 tesis. Cuando él era un adolescente, la Reforma estaba en auge y se expandía por Europa.

Él se convirtió secretamente al anabaptismo, luego viajó a Münster, Alemania en 1533, donde suponía que encontraría buenos predicadores. El líder de los anabaptistas, Jan Matthys, pronto expandió su poder y expulsó a todos los fieles católicos de la ciudad. Entonces prohibió la propiedad privada y el dinero, estableciendo así una forma de comunismo.

Un ejército católico entonces cercó la ciudad. Matthys dirigió un ataque al cerco el domingo de Pascua de 1534, pero falló y fue asesinado. Unos meses más tarde, Juan de Leidon se declaró el rey de Münster.

Se afirma que se estableció la poligamia forzada en la ciudad durante su corto gobierno, y aparentemente Juan tuvo 16 esposas y mandó ejecutar a una de ellas por desobediencia. Los historiadores señalan, sin embargo, que estas acusaciones provienen de sus enemigos y pueden ser falsas o exageradas.

A finales de 1535, el ejército de Juan fue derrotado por las fuerzas católicas y él fue capturado. El 22 de enero de 1536 Juan y dos de sus subordinados fueron brutalmente torturados con pinzas calientes durante algunas horas para finalmente ser asesinados con un puñal en el corazón.

Aquí es donde las jaulas llegan

Los restos de Juan y sus dos subordinados fueron puestos en dichas jaulas y colgados del campanario de le Iglesia para descomponerse al aire libre. Sus cuerpos se descompusieron allí durante medio siglo hasta que sus huesos fueron finalmente removidos. Las jaulas, en cambio, permanecen allí como un recuerdo de lo ocurrido.

Y siguen allí hasta el día de hoy.

Por supuesto, no es como los miembros de la Iglesia actuaría en la actualidad.

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