14 consejos de un apologeta católico para hablar de Dios con extraños
El conocido apologeta y autor católico Dave Armstrong, pasó muchos años de su vida en otra denominación cristiana y trabajaba vendiendo libros en el Ann Arbor Art Fair, la famosa feria de arte de Michigan, Estados Unidos.
En ese tiempo, solía hablar con los extraños sobre Dios y la teología. De esta experiencia, compartió en el National Catholic Register 14 ideas para poder hablar de Dios a cualquier extraño en las calles:
- Si se hablan de libros, habla primero de los breves, atractivos, llamativos y no los más voluminosos.
- Cada persona es diferente, primero se debe escuchar qué postura tiene. Procura ser siempre caritativo y agradable.
- No comiences predicando, las personas prefieren ser escuchadas a escuchar. Puedes hacer una que otra pregunta, pero no directa.
- No te hagas el sabiondo, si no sabes algo, solo di que no lo sabes. Lo mejor es responder que uno siempre se puede informar y seguir aprendiendo.
- Que tu forma de hablar sea informal y espontánea. Si te presentas como alguien de palabras elaboradas, se te verá como alguien con discurso preparado y nada humano.
- No cites fuentes católicas si hablas con evangélicos. Trata de encontrar citas aceptadas tanto por los evangélicos como católicos.
- Si estas con un “católico de nombre”, escucha de qué se queja de la Iglesia y sabrás de qué está menos informado. Así podrás conversar sobre la postura de la Iglesia al respecto.
- Antes de tratar cuestiones católicas sobre la Biblia cuando converses con un evangélico, primero habla de lo fundamental: La salvación.
- Cuando por fin la persona está suficientemente cómoda como para hablar de “teología dura”, plantea temas, pero que sea la otra persona quien dirija la conversación.
- No abarques varios temas a la vez. Trata de aclarar tema por tema. Los ateos suelen abrir varios al mismo tiempo y se hace un desenredo total y no se llega a nada.
- Antes de ir a evangelizar, reza. Pide que sea Dios quien te guíe en la conversación. Qué Él te dé las palabras justas y no te permita insistir mucho en un tema.
- Ten a la mano una lista de páginas web o títulos de libros para dárselos a la persona al final de la conversación.
- Nunca olvidar que la persona no se convierte a Dios por nosotros. Ese es trabajo del Espíritu Santo. No estamos conversando para abrirle los ojos. Estamos para informar y la otra persona, a su tiempo, madurará todo y se acercará a Dios.
- Enfoca la conversación en lo que te va diciendo la persona, no en lo que tu crees que la persona debe saber. El mensaje y el método debe depender de la persona con la que se habla.
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[Ver: Religiosa tuvo una experiencia mística de la Divina Misericordia y escribió esta oración]