Cuando Jesús resucitó y subió al cielo no nos abandonó; se quedó con nosotros en la Santa Eucaristía y nos regaló la oportunidad de recibirlo en cada Santa Misa. ¡Qué maravilloso regalo!

Algunos se preguntan ¿Si todos estamos invitados a participar de este gran don, por qué no pueden comulgar los no católicos? Esta pregunta surge especialmente en eventos como las bodas a las que se suelen invitar también a familiares de otras confesiones religiosas.

La Iglesia ya respondió a esta pregunta en su Instrucción Redemptionis Sacramentum. Allí menciona que “debe vigilarse para que no se acerquen a la sagrada Comunión, por ignorancia, los no católicos o, incluso, los no cristianos, sin tener en cuenta el Magisterio de la Iglesia en lo que se refiere a la doctrina y la disciplina” Redemptionis Sacramentum [84].

¿Por qué la Iglesia ha tomado esta decisión?

Si bien es cierto que Cristo quiere que todos participemos de su mesa (“Bebed TODOS  de él”), hay algunos requisitos muy importantes que debemos cumplir. Esto es natural ya que estamos recibiendo a Dios mismo. Existen requisitos generales que incluso los no católicos podrían cumplir (Ayuno eucarístico, espíritu de recogimiento, participar de la Santa Misa de principio a fin, etc) pero hay otros que solo un católico puede practicar. Estos son algunos:

1) Estar en gracia

Uno los principales requisitos para comulgar es estar en gracia, y esto solo es posible luego de arrepentirnos de nuestros pecados y confesándonos sacramentalmente ante un sacerdote válidamente ordenado. Como los no católicos no creen en el sacramento de la confesión, no es posible que cumplan con este paso y por lo tanto no pueden acceder a la comunión.

¿Y por qué es tan importante estar en Gracia? Bueno, San Pablo ya lo dijo “Por tanto, quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor” 1 Corintios 11, 27.

2) Creer en la presencia real de Jesús en la Eucaristía

La presencia de Jesús en la Eucaristía es real, no simbólica. Los católicos creemos que en el momento de la consagración el pan y el vino literalmente se transforman y se convierten en el cuerpo y la sangre del Señor. Allí ya no hay más pan y vino, allí está Cristo. A este gran milagro la Iglesia le llama transubstanciación.

San Pablo nos recuerda que es necesario discernir (darnos cuenta de) la presencia real de Jesús en las sagradas formas. “Así que cada cual se examine interiormente antes de comer el pan y beber del cáliz,  pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condena”. 1 Corintios 11, 28.

3) Estar en comunión plena con Iglesia Católica

Tampoco pueden comulgar los que, a pesar de creer todo lo anterior, no estén en plena comunión con la Iglesia Católica. Este es el caso de nuestros hermanos ortodoxos quienes también tienen sucesión apostólica legítima y por lo tato sacramentos válidos, pero al no estar plenamente integrados a la Iglesia Católica solo pueden comulgar válida y lícitamente en su Iglesia. Sin embargo existe una excepción: Si un ortodoxo desea cumplir con el precepto y no existe la posibilidad de encontrar un templo ortodoxo (por ejemplo durante un viaje) es aceptable que comulgue en una Iglesia Católica (Decreto Orientalium ecclesiarum del CVII, 27) (Canon 844, 3). De igual manera, si se dan las mismas condiciones, es aceptable que un católico comulgue en un templo ortodoxo (Decreto Unitatis Redintegratio del CVII, 16) (Canon 844, 2).

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