Todos sabemos de San Juan Bosco y de su admirable apostolado con los jóvenes, por eso es llamado “Padre y maestro de la juventud”.  Son innumerables las anécdotas que se cuentan sobre la vida de este gran santo, pero muy pocos conocen esta: las veces en las que un perro le salvó la vida.

El primer encuentro

Allá por el año 1883 Don Bosco caminaba por una calle peligrosa en Turín cuando un perro grande de orejas rectas, pelaje abundante y cola levantada comenzó a seguirlo. Al verlo Don Bosco se acercó y lo acarició. Desde entonces cada vez que este santo se encontraba solo en la noche en algún lugar peligroso el perro aparecía. Debido a su pelaje gris, Don Bosco le llamaba “Grigio” (Gris en italiano).

Un perro al rescate

Se cuenta que Don Bosco era odiado por los herejes valdenses quienes negaban el culto a los santos, el sacerdocio y los sacramentos. En cierta ocasión uno de ellos intentó matarlo de un disparo pero falló. Cuando se oyó el disparo Grigio apareció para atacar al hereje y hacerlo huir.

En otra ocasión unos bandidos atacaron a Don Bosco por la espalda y le cubrieron la cabeza con una bolsa. De la nada volvió a aparecer Grigio saltando sobre uno de los bandidos provocando que cayera al suelo. El momento fue aprovechado por el perro para sujetarlo del cuello con sus colmillos, pero Don Bosco le pidió que lo soltara y lo dejara escapar. Así lo hizo el animal y también huyó del lugar.

También se sabe que una vez un hombre quiso atacar a Don Bosco con una estaca, pero recibió un puñetazo del santo en defensa propia. Sorprendido por tal reacción, el malhechor gritó llamando a sus cómplices pero Grigio apareció para dar vueltas alrededor de él mientras le ladraba:

– Por favor, gritó uno de los hombres, Llame a su perro, ¿no ve que va a morderme?
* ¿Y qué quiere Ud. que haga?, dijo Don Bosco
– Perdónenos, Sr. Cura, somos unos pobres tipos; nos han dado mil francos….
* ¿Y por esa cantidad me habrían matado?
– Llame a su perro, por favor
*Primero prométanme que me dejarán tranquilo a partir de ahora.
– Se lo juramos por la Virgen.
* Grigio, ven. ¡Bravo me has salvado la vida!

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