La humildad es una preciosa virtud que todo cristiano debe cultivar en su vida. Nuestro Señor Jesucristo nos enseñó que “el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado” (Mateo 23, 12) y esto lo comprendieron muy bien los Santos. Muchos de ellos tienen frases muy bellas sobre la humildad. Hoy les compartimos algunas de ellas:

1) “Soy tan solo lo que soy ante Dios”. San Francisco de Asís.

2) “El grado mas perfecto de humildad es complacerse en los menosprecios y humillaciones. Vale mas delante de Dios un menosprecio sufrido pacientemente por su amor, que mil ayunos y mil disciplinas”. San Francisco de Sales.

3) “A ti no se te manda: ‘Sé menos de lo que eres’; sino: ‘Conoce lo que eres’. Conócete flaco, conócete hombre, conócete pecador. Conoce que él es quien justifica. Conoce que estás mancillado… no hay otro camino para buscar y hallar la verdad que el que ha sido trazado por él…; y digo que el primer camino es la humildad, y el segundo, la humildad, y el tercero, la humildad”. San Agustín. 

4) “En la medida en que los dones crecen en ti, haz que crezca también tu humildad de tal manera que puedas considerarlo todo como si fuera un préstamo. El crecimiento de los dones siempre debe ir de la mano del humilde reconocimiento del bienhechor excepcional que los proporciona, para que de tu corazón brote como un estallido una constante acción de gracias”. San Pío de Pietrelcina.

5) “La humildad podría definirse así: es una virtud que incita al hombre a menospreciarse ante la clara verdad de su propio conocimiento”. San Bernardo.

6) “La humildad considera principalmente la sujeción del hombre a Dios, en cuyo honor se humilla sometiéndose incluso a otros”. Santo Tomás de Aquino.

7) “Soy como un cepillo en manos de Dios… Si hubiese encontrado un sacerdote más indigno y más ignorante que yo, lo hubiera puesto en mi lugar, para dar a conocer la grandeza de su misericordia para con los pecadores”. Santo Cura de Ars.

8) “El corazón humilde desea sinceramente ser tenido en poco y desea ser perseguido y condenado sin culpa, aún en cosas graves. Pues el verdadero humilde, al compararse con Jesús que fue condenado sin culpa, ve claramente que personalmente merece todo eso y mucho más”. Santa Teresa de Ávila.

9) “Si hay en la tierra un alma verdaderamente feliz, ésta es solamente un alma verdaderamente humilde”. Santa Faustina.

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