Se busca: Jóvenes varones que sientan el llamado a ser sacerdotes en la Iglesia Católica.

Los candidatos deben ser capaces de:

Ser examinados: Los candidatos deben ser capaces de comprender que cada una de sus palabras y acciones serán sometidas a un estudio por personas de todas las agendas teológicas y políticas posibles. También deben ser capaces de enseñar la verdad; no una versión de la verdad, sino la verdad. Los candidatos deben estar dispuestos a sufrir y sacrificarse por esa verdad. Los candidatos deben estar dispuestos a soportar pacientemente a sus críticos.

Ser desprendidos: Los candidatos deben aceptar que, al aceptar este cargo, renuncian a cualquier esperanza real de la riqueza del mundo, poder, o reconocimiento. Deben estar dispuestos a dirigir parroquias con presupuestos muy reducidos y grandes expectativas. Deben estar dispuestos a luchar e insistir en que la fe ha de ser una prioridad. Los candidatos deben saber que tomaremos posturas impopulares. Deben estar dispuestos a recortar sus necesidades para cuidar la de los demás.

Ser héroes: Los candidatos deben estar dispuestos a entrar en situaciones explosivas regularmente. Ellos deben estar dispuestos a estar con la gente en sus momentos más tristes y más felices. Deben estar dispuestos a mantenerse de pie en tiempos difíciles, mostrando paciencia y fortaleza cuando son atacados; deben estar dispuestos a ocupar ese lugar entre el depredador y la presa. Ellos deben estar dispuestos a interponerse regularmente entre un objeto inamovible y una fuerza irrevocable y hacerlo con dignidad.

Ser obedientes: Los candidatos deben estar dispuestos a ser obediente a las enseñanzas de la Iglesia y el Evangelio de Jesucristo, independientemente de sus sentimientos o preferencias personales. Ellos deben estar dispuestos a enseñar y modelar la obediencia a la voluntad y al Evangelio de Dios. Deben estar dispuestos a vivir el Evangelio, incluso cuando les duela e incluso cuando esto signifique perderlo todo.

Ser santos: Los candidatos deben estar dispuestos a someter su voluntad a la de Dios todos los días. Deben estar dispuestos a reverente y obedientemente hacer disponibles los Sacramentos y estar seguros de que esos sacramentos se dan como los habría dado la Iglesia. Deben estar dispuestos a vivir la santidad y enseñar la santidad, independientemente del costo.

Ser modelos de masculinidad católica y espiritualidad masculina: Deben estar dispuestos a instruir, estar con su rebaño, y mantener la mano firme en el timón.

Saber que no pueden hacerlo por sí mismos: La gracia de Dios los sostendrá en su lucha por el tiempo que están dispuestos a luchar.

Los hombres que estén dispuestos a hacer frente a este reto son animados a ver en sus diócesis locales u órdenes religiosas para más detalles.

La mies es mucha y los obreros son pocos. ¡Oren al Señor de la mies para que envíe más obreros!

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