Debido al vertiginoso ritmo de vida que se lleva en ciudades como la de México, donde multitudes al volante batallan cada mañana para llegar a sus destinos, donde la organización no es precisamente lo que prima, donde el estrés de la tarde hace más intolerable la vuelta a casa, la oración parece haber quedado relegada al olvido; no hay tiempo para hablar con Dios en medio de estas selvas de asfalto, que ni siquiera parecen lugares propicios para orar. Sobre la forma en que los católicos podemos comenzar a hacer oración en el trajín que se vive a diario, habla para Desde la fe el P. Joaquín Gallo, Coordinador en México de la Red Mundial de Oración.

El sacerdote jesuita es consciente de que el ajetreo de las grandes ciudades a veces no invita mucho a orar, y de que la mayoría de los ciudadanos, por una falta de costumbre, ni siquiera saben cómo empezar a hacerlo; así que para esto ofrece una clave sencilla y muy útil: desglosar una oración de las que casi todo mundo tiene de memoria, quedarse con una sola de sus frases y llevarla en el pensamiento, para después hacerlo con otra, y así sucesivamente.

“Por ejemplo –explica–, podemos poner en la puerta de nuestra habitación cartelitos con las siete peticiones fundamentales del Padrenuestro; y reflexionar el domingo la primera: ‘Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre’, a fin de ir formando una verdadera conciencia en el sentido de que Él siempre está ahí; el lunes pensamos en la siguiente: ‘venga a nosotros tu reino’, la meditamos para ver a qué hace referencia; el martes reflexionamos en la importancia de que se haga su voluntad; el miércoles en el alimento que Él nos da; el jueves en su perdón; el viernes en las tentaciones, y el sábado en que Él nos puede ayudar a sortear los males. Así, una oración que comúnmente se dice de memoria, puede comenzar a saborearse. Lo mismo se puede hacer con el Ángelus a mediodía, y con el Avemaría en la noche”.

El P. Gallo señala que en la medida en que uno se apropia de estas y otras oraciones, puede comenzar a aplicarlas a la vida cotidiana, frente a situaciones específicas. “Cuando va uno manejando, puede darse a la reflexión de algún misterio del Rosario, aunque no se lleve la cuenta de las Avemarías; supongamos que es viernes y quiero acordarme del gran amor del Señor que murió en la cruz por mí, lo imagino camino al Calvario, le pongo atención, freno para no arrollarlo, espejeo para ver la multitud que hay detrás, me libro del conductor que a mi lado grita con imprudencia. Así que esto, lejos de ser un distractor, es una manera de concentrarse. Supongamos ahora que es época de vacaciones, pienso en la Sagrada Familia visitando Jerusalén; o si voy en el Metro entre los apretujones de la gente, pienso en la Comunión de los Santos; si veo una noticia sobre feminicidios, lo que me viene a la mente son los dolores de María al pie de la cruz”.

Asegura que todo aquél que toma la oración por una práctica cotidiana, comienza a recogerse en sí mismo, a tomar conciencia de quién es, a ver con claridad en quién puede poner su confianza, lo cual ofrece una gran paz.
“Otra recomendación para los habitantes de las grandes ciudades –comenta–, es destinar un lugar dentro de casa para orar, un espacio en el que se puede colocar un altar, donde haya silencio, lejano a cualquier televisor, pues, trayendo ahora el tema de los Juegos Olímpicos, es muy necesaria esta gimnasia espiritual. Aunque también podemos platicar con Dios si estamos viendo la competencia de clavados, decirle por ejemplo: ‘¡Qué maravilloso has hecho nuestro cuerpo, que aguanta caer desde varios metros sin que le pase nada!, ¡y qué maravilla el agua, un elemento natural que creaste con mucho acierto!, ¡Te aventaste un diez, Padre bendito!”.

Finalmente, el sacerdote señala que, en términos futbolísticos, lo que los seres humanos nos estamos jugando aquí es el partido de la vida. “No se trata simplemente de un América-Morelia, sino de algo mucho más importante, así que tenemos que ver con quién nos asociamos, a quién escogemos como delantero, a quién como nuestra defensa, a quiénes en todas las demás posiciones, y buscar que otros se integren a esta escuadra, en la que pueden ser mucho más de once jugadores.

Fuente: www.siame.mx

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