El cisma protestante iniciado por Martín Lutero en Alemania es una herida en el cristianismo que aún no se sana. Precisamente en Alemania se dio un caso poco conocido que refleja el grave daño y persecusión que sufrieron los católicos a raíz de llamada “reforma protestante”. Conoce la historia del sacerdote que fue martirizado por un grupo de protestantes.
A mediados del siglo XVI el ambiente en Europa era muy difícil. Toda la región se convirtió en un lugar peligroso debido al ambiente de lucha, de recelos, e incomodidad religiosa y política. En este contexto, Marcos Rey Rosemberger, un piadoso católico alemán nacido en una familia aristócrata, decide entregarle su vida a Dios y a la Iglesia siendo ordenado sacerdote en la Orden de Hermanos Menores Capuchinos, recibiendo el nombre de Fidel.
El Padre Fidel se ganó una buena reputación gracias a sus poderosas predicaciones. Por tal motivo, el archiduque de Austria Leopoldo lo seleccionó junto a otros 9 sacerdotes para ir de misión a Suiza y predicar en las regiones protestantes. Allí inició una activa labor de predicación, recibiendo frecuentemente amenazas e insultos, pero también logrando varias conversiones; por tal motivo se ganó el odio de los líderes protestantes calvinistas.

La trampa y el martirio

El 24 de abril de 1622 fue invitado por un grupo de protestantes para predicarles. Aunque Fidel sospechaba que se trataba de una trampa, sintió que era su deber llevarles el evangelio aunque le costara la vida.

Aquel día se levantó muy temprano, se confesó y después de rezar varios salmos se fue al templo de Seewis, donde un numeroso grupo de protestantes le esperaban. Cuando subió al lugar de la predicación encontró un papel que decía “Este será su último sermón. Hoy predicará por última vez”. A pesar de eso, tomó valor y predicó sobre el pasaje de San Pablo en la que hablaba de la necesidad de que la Iglesia mantuviera “Una sola fe, un solo Señor, un solo bautismo” (EF. 4,5) y de cómo esto solo se cumplía en la Iglesia Católica.

Los protestantes temblaban de furia ante su predicación y uno de ellos le disparó, pero erró en su puntería. Fidel tuvo que bajar del sitio desde donde predicaba y se arrodilló por unos momentos ante una imagen de la Santísima Virgen; luego salió por una pequeña puerta por la sacristía detrás del templo.

Un grupo de protestantes lo siguieron al grito de “Renuncie a lo que dijo hoy en el sermón o lo matamos”, pero él respondió valientemente “He venido para predicar la verdadera fe, y no para aceptar falsas creencias. Jamás renunciaré a la fe de mis antepasados católicos.”  Aquel grupo de herejes, dirigidos por un pastor protestante, le gritaba “O acepta nuestras ideas o lo matamos”. El les contestó “Ustedes verán lo que hacen. Yo me pongo en manos de Dios y bajo la protección de la Virgen Santísima. Pero piensen bien lo que van a hacer, no sea que después tengan que arrepentirse muy amargamente”. Entonces lo atacaron con palos y machetes y lo derribaron por el suelo, entre un charco de sangre. Poco antes de morir alcanzó a decir: “Padre, perdónalos”.

Canonización

El Papa Benedicto XIV lo declaró santo en 1746 y dijo esta oración:

San Fidel mártir: te encomendamos nuestros países tan plagados de ideas ajenas al Evangelio que le van quitando la devoción a nuestra gente y la van llevando al indiferentismo y a la herejía. Haz que a ejemplo tuyo se levanten por todas partes apóstoles Católicos valerosos y santos que prevengan al pueblo y no lo dejen caer en las garras de lobos que asaltan al verdadero rebaño del Señor.

[Ver: Esto decían los primeros cristianos mientras eran martirizados]

[Ver: ¿Qué pensaban los Santos de la Santa Misa?]

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